Página 55 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Un testimonio importante
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placeres del mundo para el que participa diariamente del amor de
Cristo que sobrepasa todo entendimiento? ¿Qué son el desprecio y la
oposición de los hombres para aquel a quien Dios acepta por medio
de Jesucristo? Así como la luz y las tinieblas no pueden coexistir,
tampoco puede morar el egoísmo en el corazón del que ejerce fe
en Cristo. La frialdad espiritual, la pereza, el orgullo y la cobardía
huyen de la presencia de la fe. Aquellos que están unidos a Cristo
como las ramas a la vid, ¿son capaces de hablar de todo y con todos,
exceptuando a Jesús?
¿Estáis en Cristo? No lo estáis si no reconocéis que sois pe-
cadores indefensos y condenados. Tampoco lo estáis si exaltáis y
glorificáis el yo. Si hay algún bien en vosotros se debe enteramente
a la misericordia de un compasivo Salvador. Vuestra cuna, vues-
tra reputación, vuestra riqueza, vuestros talentos, vuestras virtudes,
vuestra piedad, vuestra filantropía, o cualquiera otra cosa dentro de
vosotros o relacionada con vosotros, no podrá establecer un lazo de
unión entre vuestra alma y Cristo. Vuestra conexión con la iglesia y
la estima en que os tengan los hermanos no os servirán de nada, a
menos que creáis en Cristo. No basta creer acerca de él; habéis de
creer en él. Habéis de depender enteramente de su gracia salvadora.
Muchos de vosotros en Battle Creek vivís sin oración, sin pensar
en Cristo, y sin exaltarlo ante los que os rodean. No tenéis palabras
para exaltar al Salvador; no hacéis obras que lo exalten. Muchos
de vosotros sois tan verdaderamente desconocidos para él, como si
nunca hubieseis oído su nombre. No tenéis la paz de Cristo porque
carecéis del fundamento necesario para disfrutar de ella, no tenéis
comunión con Dios porque no estáis unidos a Cristo. Nuestro Salva-
dor declaró: “Nadie viene al Padre, sino por mí”.
Juan 14:6
. No sois
útiles en la causa del Señor. Si no habitáis en mí, nada podéis hacer;
nada a la vista de Dios ni nada que Cristo pueda aceptar de vuestras
manos. Sin Cristo no tenéis más que una esperanza ilusoria, porque
él mismo ha dejado dicho: “El que en mí no permanece, es echado
fuera como el pámpano, y se seca; y los recogen, y los echan en el
fuego, y arden”.
Juan 15:6
.
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El progreso en la experiencia cristiana se caracteriza por una
creciente humildad, que viene como resultado de un conocimiento
también creciente. Todo aquel que esté unido a Cristo se apartará
de toda iniquidad. En el temor de Dios os digo que se me ha mos-