Página 550 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
del carácter no está ya terminada. Si anduviesen en cada rayo de
luz que Dios ha dado; si se compararan a sí mismos con la vida
y el carácter de Cristo, se darían cuenta que fallaron en cumplir
los requerimientos de la sagrada ley de Dios y procurarían hacerse
perfectos en su esfera, así como Dios es perfecto en la suya. Si estos
hombres se hubiesen dado cuenta de la importancia de estas cosas,
estarían hoy mucho más avanzados de lo que están en su estado
actual, y mucho mejor calificados para ocupar puestos de confianza.
Durante estas horas de prueba deben buscar la perfección de carácter.
Deben aprender diariamente de Cristo. Están conectados con la obra
de Dios no porque son hombres perfectos, infalibles, sin ningún
defecto de carácter, sino a pesar de sus defectos. Dios espera que
mientras estén conectados con su obra estudien constantemente y
aprendan cómo imitar el Modelo.
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Jesús vinculó en su obra a Juan, Pedro y Judas, y los hizo colabo-
radores juntamente con él; pero al mismo tiempo ellos debían estar
aprendiendo constantemente lecciones de Cristo. De su enseñanza
debían asimilar lecciones que corrigiesen sus ideas erróneas y sus
opiniones equivocadas concernientes a lo que constituye un carácter
cristiano. Juan y Pedro no eran hombres perfectos, pero aprovecha-
ban cada oportunidad para aprender. Pedro no aprendió a desconfiar
de sí mismo, a ser cuidadoso de su persona, hasta que fue vencido
por las tentaciones del diablo y negó a su Señor. Judas tuvo la misma
oportunidad que tuvieron estos discípulos de aprender las lecciones
enseñadas por Cristo, pero despreció su valor. Era solamente un
oidor y no un hacedor. El resultado pudo verse en su traición al
Señor.
Los hombres a quienes Dios ha vinculado con sus instituciones
no han de sentir que no tienen que mejorar por el mero hecho de que
ocupan puestos de responsabilidad. Si han de ser hombres represen-
tativos, guardianes de la obra más sagrada que se haya encomendado
a los mortales, deberán ocupar el puesto de discípulos. No deberán
sentirse autosuficientes ni engreírse. Deberían siempre darse cuenta
de que están pisando sobre suelo santo. Angeles del cielo están
listos para servirles, y deben estar constantemente recibiendo luz e
influencias celestiales, de lo contrario no serán más aptos para la
obra que los incrédulos.