Página 558 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
se originó esa oficina. El ha estado vinculado con la obra de publi-
caciones desde su mismo comienzo, cuando estaba oprimida por
la pobreza; cuando la comida sobre nuestras mesas apenas alcan-
zaba para satisfacer las necesidades del cuerpo, porque había que
practicar la abnegación con respecto a nuestro régimen y salario,
para que nuestro periódico pudiera subsistir. Esto era positivamente
necesario en aquel entonces y si las circunstancias lo requiriesen,
los que pasamos por esa experiencia estaríamos dispuestos a hacer
lo mismo otra vez.
Es impropio que los que no han experimentado estas pruebas,
sino que han ingresado en la obra en su prosperidad actual, insten
a los antiguos obreros a someterse a arreglos que éstos consideran
injustos. El hermano J ama la causa de Dios y está dispuesto a inver-
tir sus recursos para adelantarla dondequiera sea necesario hacerlo.
Entonces, dejad que esta preocupación de recibir y disponer de los
recursos descanse allí donde pertenece: sobre los hombros de los
individuos a quienes Dios ha encomendado talentos de influencia y
capacidad. Estos son los responsables ante Dios por ello. Ni la Aso-
ciación Publicadora ni sus obreros principales deberán apoderarse
de la mayordomía de estos autores.
Si a la junta le fuese posible conseguir que los hermanos H y J
aceptasen sus ofertas, ¿no se sentirían defraudados estos autores?
¿No se abriría ante ellos una puerta de tentación que estorbaría la
simpatía y la armonía de acción? Si los gerentes se apoderasen de
todas las ganancias, eso no sería provechoso para la causa, pero
acarrearía una serie de males que serían desastrosos para la Asocia-
ción Publicadora. Fomentaría el espíritu de intolerancia que hasta
cierto punto ya se manifiesta en sus concilios. Satanás anhela que
se posesione de los hombres que están vinculados con este sagrado
mensaje de verdad un espíritu de estrechez y orgullo, el cual Dios
no puede aprobar.
Los mismos principios que se aplican a la obra en nuestras
instituciones de Battle Creek, se aplican de igual manera al campo
en general. He aquí algunas citas extraídas de una carta que escribí
al hermano K el 8 de noviembre de 1880:
“Hay un amplio campo para los obreros, pero muchos sobrepasan
la sencillez de la obra. Este es el tiempo para trabajar y seguir el
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sabio consejo de Dios. Si usted permite que personas no consagradas