Página 57 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Un testimonio importante
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invitación misericordiosa, y son examinados y probados; pero pocos
son sellados con el sello del Dios viviente. Pocos están dispuestos a
humillarse como niñitos para poder entrar en el reino de los cielos.
Pocos reciben la gracia de Cristo con humillación de sí mismos,
con un profundo y permanente conocimiento de su insuficiencia
personal. No soportan las manifestaciones del poder de Dios, porque
esto estimularía en ellos el amor propio, el orgullo y la envidia. Es
por esto que el Señor no puede hacer mucho por nosotros ahora.
Dios quisiera que vosotros individualmente buscaseis la perfección
del amor y la humildad en vuestros propios corazones. Dedicad
el mayor cuidado a vosotros mismos, cultivad las excelencias de
carácter que os harán aptos para la asociación con los puros y santos.
Todos estáis en necesidad del poder convertidor de Dios. Es pre-
ciso que lo busquéis por vuestra propia cuenta. Por amor a vuestras
almas, no descuidéis más esta labor. Todos vuestros problemas pro-
vienen de vuestra separación de Dios. Vuestra desunión y disensión
son el fruto de un carácter no cristiano.
Había pensado guardar silencio y permitir que siguierais vuestro
curso hasta que vieseis y detestaseis vuestro proceder pecaminoso;
pero el descarriarse de Dios produce dureza de corazón y ofuscación
mental, reduciéndose cada vez más la percepción de la verdadera
condición en que se está, hasta que la gracia de Dios finalmente es
retirada, como lo fue de la nación judía.
Quiero que mi posición sea claramente comprendida. No sim-
patizo con el proceder adoptado contra el Hno. _____. El enemigo
ha estimulado sentimientos de odio en el corazón de muchos. Los
errores que él ha cometido han sido comunicados de persona a per-
sona, constantemente aumentando en magnitud, a la par que lenguas
ociosas y chismosas añaden leña al fuego. Los padres que nunca han
sentido el cuidado que debieron haber experimentado por las almas
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de sus hijos, y que nunca los han refrenado ni educado debidamente,
son los mismos que manifiestan la oposición más acerba cuando
ven que estos niños son refrenados, reprendidos o corregidos en la
escuela. Algunos de estos niños son un descrédito para la iglesia y
para el nombre de los adventistas.
Los padres mismos desecharon la reprensión y luego desprecia-
ron la reprensión dada a sus hijos y no tuvieron cuidado de ocultar
este hecho de ellos. El pecado de los padres comenzó con su mal