Página 576 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

572
Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
humanos, nada lograremos. Cristo dijo: “Porque sin mí nada podéis
hacer”.
Juan 15:5
. La gracia divina es el gran elemento del poder
salvador; y sin ella nada valdrán todos los esfuerzos humanos; su
cooperación es necesaria aun en el caso de los esfuerzos más arduos
y fervientes para inculcar la verdad.
La causa de Dios necesita maestros que tengan altas cualida-
des morales, y a los cuales se pueda confiar la educación de otros:
hombres de fe sana, que tengan tacto y paciencia; que anden con
Dios, y se abstengan de la misma apariencia del mal, que estén tan
íntimamente relacionados con Dios que puedan ser conductos de luz
-en fin, caballeros cristianos. Las buenas impresiones que harán los
tales no se borrarán nunca; y la educación así impartida perdurará
durante toda la eternidad. Lo que se descuide en este proceso de
educación permanecerá probablemente sin hacerse. ¿Quién quiere
emprender esta obra?
Cuánto quisiéramos que hubiese jóvenes fuertes, arraigados y
afirmados en la fe, que tuviesen tal comunión viva con Dios que
pudieran, si así se lo aconsejasen nuestros hermanos dirigentes,
entrar en los colegios superiores de nuestro país, donde tendrían un
campo más amplio de estudio y observación. El trato con diferentes
clases de mentes, el familiarizarse con los trabajos y los métodos
populares de educación, y un conocimiento de la teología como se
enseña en las principales instituciones del saber, serían de gran valor
para tales obreros, y los prepararían para trabajar en favor de las
clases educadas y para hacer frente a los errores que prevalecen
en nuestros tiempos. Tal era el método seguido por los antiguos
valdenses; y, si fuesen fieles a Dios, nuestros jóvenes, como los
suyos, podrían hacer una buena obra, aun mientras adquirieran su
educación, sembrando la semilla de la verdad en otras mentes.
“Portaos varonilmente, y esforzaos”.
1 Corintios 16:13
. Pregun-
tad a Aquel que sufrió oprobio, burlas e insultos por causa nuestra:
“Señor, ¿qué quieres que haga?”
Hechos 9:6
. Nadie está demasiado
[551]
educado para ser un humilde discípulo de Cristo. Los que sienten
que es un privilegio dar lo mejor de su vida y aprender de Aquel del
cual lo recibieron todo, no rehuirán trabajo ni sacrificio alguno para
devolver a Dios los talentos que les confió sirviéndole en la forma
más elevada. En la gran batalla de la vida, muchos de los obreros
pierden de vista la solemnidad y el carácter sagrado de su misión.