Página 581 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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La ambición profana
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usted y los maestros que estuvieron con usted en _____, al tanto de
las oportunidades para iluminar a otros? ¿Procuró sabiamente hacer
todo el bien posible? ¿Intentó presentar las verdades bíblicas a las
personas con quienes se amistó? ¿Acaso no arrastró el estandarte
tras de usted porque tenía vergüenza de ser considerado como pueblo
escogido de Dios? “Porque quienquiera que se avergüence de mí y
de mis palabras... el Hijo del hombre también se avergonzará de él,
cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”.
Mar-
cos 8:38
. Si tan sólo se alimentase usted de Cristo cotidianamente,
entonces podría llegar a ser un gran educador.
Hermano mío, existe el peligro de que usted esté intentando
comunicar demasiado de una sola vez. Nadie le exige que pronuncie
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largos discursos o que hable acerca de temas que no serán entendidos
y apreciados por la gente común y corriente. Existe el peligro de que
usted se concentre en temas que están sobre peldaños más elevados
de la escalera, cuando aquellos a quienes instruye necesitan que
se les enseñe a escalar con éxito los primeros peldaños de abajo.
Habla usted acerca de cosas que los que no están familiarizados con
nuestra fe no pueden entender; por lo tanto, sus discursos no son
interesantes. No alimentan a los que usted se dirige.
Jesús fue el más grande educador que el mundo jamás conociera.
Comparado con su conocimiento, el mayor conocimiento es necedad.
Pero sus instrucciones eran tan sencillas que todos las entendían,
tanto doctos como indoctos. No hacía ningún esfuerzo pasa exhibir
su profundo conocimiento, porque eso no lo hubieran comprendido.
Al parecer usted piensa que sus extensas pláticas tienen un efecto
especial para amoldar y formar a sus oidores tal como usted quiere,
pero de seguro que fracasará en su intento. Usted podría tener una
influencia mucho más saludable si hablara menos y orara más. Dios
es la fuente de su fuerza.
Sus largos discursos sobre la educación en las ciencias le causan
dolor a los ángeles de Dios, quienes están constante e intensamente
activos en procurar elevar los pensamientos y los afectos hacia las
cosas celestiales. Las almas perecen mientras usted descuida el obrar
con los talentos que le han sido encomendados, como Cristo le ha
dado el ejemplo. Las almas se perderán bajo el peso de sus discursos
largos y carentes de Cristo. Su propia alma está empequeñecida y
paralizada por su desconocimiento de Cristo. Está perdiendo muchí-