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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
le induce a la menor aproximación a la familiaridad indebida; por el
contrario, santifica al creyente, refina su gusto, lo eleva y ennoblece,
y lo pone en íntima comunión con Jesús. Le induce a considerar la
orden del apóstol Pablo de abstenerse aun de la apariencia del mal,
porque “no sea pues blasfemado vuestro bien”.
Romanos 14:6
.
Este es un asunto al cual debemos prestar atención. Debemos
precavernos contra los pecados de esta era degenerada. Debemos
mantenernos alejados de todo lo que sepa a familiaridad indebida.
Dios lo condena. Es terreno prohibido, sobre el cual es inseguro
asentar los pies. Cada palabra y acción debe tender a elevar, refinar
y ennoblecer el carácter. Hay pecado en la irreflexión acerca de tales
asuntos. El apóstol Pablo exhortaba a Timoteo a la diligencia y al
esmero en su ministerio, y le instaba a meditar en las cosas puras y
excelentes, para que su aprovechamiento fuese manifiesto a todos.
El mismo consejo lo necesitan mucho los jóvenes de la era actual. Es
esencial la consideración reflexiva. Si tan sólo los hombres quisieran
pensar más, y obrar menos impulsivamente, tendrían mucho más
éxito en su trabajo. Estamos manejando asuntos de importancia
infinita y no podemos entretejer en nuestra obra nuestros propios
defectos de carácter. Debemos representar el carácter de Cristo.
Tenemos una gran obra que hacer para elevar a los hombres y
ganarlos para Cristo, para inducirlos a elegir y procurar ferviente
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mente participar de la naturaleza divina, habiendo escapado a la
corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Todo pensa-
miento, toda palabra y toda acción de los obreros debe corresponder
por su altura a la sagrada verdad que defienden.
Puede ser que los hombres y las mujeres necesiten cooperar en
nuestros importantes campos misioneros. En tal caso, no pueden ser
demasiado circunspectos. Sean los hombres casados reservados y
cuidadosos, para que no se pueda decir con verdad ningún mal de
ellos. Estamos viviendo en una época cuando abunda la iniquidad,
y una palabra descuidada o una acción impropia pueden perjudicar
grandemente la utilidad del que manifiesta esa debilidad. Mantengan
en alto los obreros las barreras de la reserva; no dejen que se produz-
can circunstancias que el enemigo pueda aprovechar. Si empiezan a
cifrar sus afectos en otra persona, y le dirigen atención especial y
palabras aduladoras, Dios retraerá su Espíritu.