Página 59 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Un testimonio importante
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historia de años atrás y habéis escogido todo lo que fuese desfavora-
ble, toda semblanza de mal, y lo habéis convertido en ofensor por
una palabra. Habéis reunido todas las fuerzas a vuestra disposición
para sosteneros en vuestro trayecto de acusadores. Acordaos de que
Dios obrará de la misma manera con cada uno de vosotros. “Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida que
medís, os será medido”.
Mateo 7:2
. Aquellos que han tomado parte
en este procedimiento deshonroso volverán a encontrarse con su
obra. ¿Qué clase de influencia pensáis que vuestro comportamiento
ejercerá sobre los estudiantes, a los cuales siempre les han inquie-
tado las restricciones? ¿Cómo afectarán estas cosas el carácter y el
curso de sus vidas?
¿Qué dicen los testimonios acerca de estos asuntos? Que un mal
rasgo de carácter, un deseo pecaminoso acariciado, con el tiempo
neutralizan todo el poder del Evangelio. El predominio de un deseo
pecaminoso demuestra el engaño del alma. La complacencia de este
deseo refuerza la aversión del alma hacia Dios. Los rigores del deber
y los placeres del pecado son las cuerdas con las que Satanás ata a
los hombres en sus trampas. Los que estén dispuestos a morir antes
que cometer un mal acto, son los únicos que serán hallados fieles.
Puede ser que un niño reciba una instrucción religiosa sana; pero
si padres, maestros o guardianes permiten que su carácter se tuerza
por un mal hábito, dicho hábito, si no es vencido, se convierte en
una fuerza predominante, y el niño se pierde.
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El testimonio que os da el Espíritu de Dios es el siguiente: No
parlamentéis con el enemigo. Destruid las espinas o ellas os des-
truirán a vosotros. Preparad el terreno del corazón. Permitid que la
obra sea profunda y cabal. Dejad que la reja del arado de la verdad
arranque la maleza y los abrojos.
Dijo Jesús a los airados fariseos que lo acusaban: “El que de
vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra” (
Juan
8:7
) ¿No tenían pecado aquellos que estaban tan dispuestos a conde-
nar al Hno. _____? Si sus caracteres y vidas fueran examinados tan
de cerca y públicamente como han hecho con los del Hno. _____,
se vería que algunos de ellos son peores de lo que lo han hecho
aparentar a él.
No me atrevo a permanecer callada por más tiempo. Os hablo a
vosotros y a la iglesia de Battle Creek. Habéis cometido un grave