Página 590 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
cumplir que otros no entienden porque no desean ver la obra de su
vida, aceptadlos y hacedlos.
La norma de la moralidad no es bastante elevada entre el pueblo
de Dios. Muchos de los que profesan guardar los mandamientos
y abogar por su defensa, los están violando. Las tentaciones se
presentan de tal manera que los tentados piensan ver una excusa para
transgredir. Los que entran en el campo misionero deben ser hombres
y mujeres que anden y hablen con Dios. Los que se destacan como
ministros en el sagrado púlpito, deben ser hombres de reputación
intachable; su vida debe ser sin mancha y estar por encima de todo lo
que sepa a impureza. No hagáis correr riesgos a vuestra reputación
yendo en el camino de la tentación.
Si una mujer os retiene la mano, retiradla prestamente, y salvadla
a ella del pecado. Si os manifiesta un afecto indebido y se lamenta de
que su esposo no la ama ni simpatiza con ella, no tratéis de suplir esa
falta. Vuestra única conducta segura y prudente en tal caso consiste
en guardar vuestra simpatía para vosotros mismos. Los tales casos
son numerosos.
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Señalad a las almas el que lleva las cargas, el verdadero y seguro
consejero. Si ella eligió a Cristo como compañero, él le dará su
gracia para soportar la negligencia sin quejarse; mientras tanto debe
tratar de hacer cuanto pueda para atraer a su esposo a sí misma, por la
más estricta lealtad a él, y la fidelidad en hacer agradable y atrayente
su hogar. Si todos sus esfuerzos no tienen éxito y no son apreciados,
tendrá la simpatía y ayuda de su bendito Redentor. El le ayudará
a llevar todas sus cargas y la consolará de sus desilusiones. Ella
manifiesta desconfianza en Jesús cuando busca objetos mundanos
que suplan el lugar que Cristo está siempre dispuesto a ocupar. Con
sus quejas, peca contra Dios. Sería bueno que examinara su propio
corazón con espíritu crítico, para ver si el pecado no acecha en
su alma. El corazón que busca así la simpatía humana y acepta
atenciones prohibidas de parte de cualquiera, no es puro ni sin falta
delante de Dios.
La Biblia presenta muchas sorprendentes ilustraciones de la
fuerte influencia que ejercieron mujeres mal intencionadas. Cuando
Balaam fue llamado a maldecir a Israel, no le fue permitido hacerlo
porque el Señor “no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto per-
versidad en Israel”.
Números 23:21
. Pero Balaam, que había cedido