Página 592 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
cuanto a hacer clara, brillante y atrayente la senda del cielo, a fin de
que arrebatemos almas de los destructivos ensalmos de Satanás.
Dios nos ha dado la razón para que la usemos con propósito
noble. Estamos aquí como quienes son probados para la vida futura.
Es un período demasiado solemne para que alguno de nosotros sea
descuidado o avance con incertidumbre. Nuestro trato con otros
debe caracterizarse por la sobriedad y el ánimo celestial. Nuestra
conversación debe girar sobre cosas celestiales. “Entonces los que
temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó
y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen
a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí
especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo
tengo de hacer: y perdonarélos como el hombre que perdona a su
hijo que le sirve”.
Malaquías 3:16, 17
.
¿Hay algo más digno de embargar la mente que el plan de la
redención? Este es un tema inagotable. El amor de Jesús, la salva-
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ción ofrecida por este amor infinito al hombre caído, la santidad del
corazón, la verdad preciosa y salvadora para estos postreros días, la
gracia de Cristo: éstos son temas que pueden animar el alma, y hacer
sentir a los puros de corazón aquel gozo que los discipulos sintieron
cuando Jesús vino y anduvo con ellos mientras viajaban a Emaús.
El que ha concentrado sus afectos en Cristo apreciará esta clase de
asociación santificada, y recibirá fuerza divina por un trato tal; pero
el que no tiene aprecio por esta clase de conversación prefiere hablar
de insensateces sentimentales, se ha alejado de Dios, y va muriendo
para las aspiraciones altas y nobles. Los tales interpretan lo sensual
y terrenal como si fuese celestial. Cuando la conversación es de ca-
rácter frívolo y es una desasosegada búsqueda de simpatía y aprecio
humano, brota de un sentimentalismo amoroso enfermizo, y ni los
jóvenes ni los hombres de canas están seguros. Cuando la verdad de
Dios sea un principio permanente en el corazón, se asemejará a una
fuente viva. Pueden hacerse tentativas para reprimirla, pero brotará
en otro lugar; si está allí no puede ser reprimida. Cuando la verdad
está en el corazón es un manantial del vida. Refresca a los cansados,
y refrena los pensamientos y las palabras viles.
¿No están sucediendo bastantes cosas en derredor nuestro para
mostrarnos los peligros que asedian nuestra senda? Por doquiera
vemos náufragos de la humanidad, el culto familiar descuidado,