Página 615 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Una carta
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favor porque, como el caso de Capernaum, hemos sido exaltados
hasta los cielos. El Señor ha obrado en favor de su pueblo que
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guarda sus mandamientos. La luz que nos ha sido reflejada desde el
cielo no le fue dada a Sodoma y Gomorra, de lo contrario hubiesen
permanecido hasta hoy; y si las grandes obras, el conocimiento, y
la gracia que han sido manifestados a este pueblo hubiesen sido
conocidos por las naciones que estaban en la oscuridad, quién sabe
cuánto más avanzadas que este pueblo estarían ahora. No podemos
ahora determinar cuánto más tolerable hubiese sido para ellas en el
día del juicio que para aquellos sobre quienes ha brillado la clara
luz de verdad, como en su caso, pero que debido a alguna causa
inexplicable se han apartado del santo mandamiento que les fue
dado. Tan sólo podemos señalar su caso con tristeza, como un faro
que avisa: “El que cree estar firme, mire y no caiga”. El Señor no
ve como ve el hombre. Sus pensamientos y caminos no son los que
los hombres ciegos y egoístas creen que son o quieren que sean. El
Señor mira el corazón y obra en sus criaturas el querer y el hacer
todo lo que él ordene o requiere de ellas, a menos que rechacen su
consejo y rehusen obedecer sus mandamientos.
La mayor parte de su vida usted la ha empleado en presentar
doctrinas las cuales repudiará y condenará durante la última etapa
de su vida. ¿Cuál es la labor genuina? ¿Cuál es la falsa? ¿Podemos
confiar en su criterio? ¿En su interpretación de las Escrituras? No
podemos. Estaríamos en peligro de ser desviados. Usted no puede
sentir ahora ni en ningún momento del futuro de su vida que sus pies
están plantados sobre la roca firme. No he podido evitar el pensar en
su futuro. Para mí la verdad es una realidad viviente. Yo sé que es la
verdad. La Palabra de Dios es segura. “¡A la ley y al testimonio! Si
no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.
Isaías
8:20
. La luz suya, ¿se desvanecerá en la oscuridad?
Estoy escribiendo más ampliamente el libro
El conflicto de los
siglos
, que contiene la historia de la caída de Satanás y cómo se
introdujo el pecado al mundo; y tengo un concepto más vívido del
que jamás había tenido antes acerca de esta controversia entre Cristo,
el Príncipe de la luz, y Satanás, el príncipe de las tinieblas. Cuando
contemplo las diversas artimañas de Satanás para obrar la ruina del
hombre errante y cómo lo convierte a su semejanza, en transgresor
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de la santa ley de Dios, desearía que los ángeles de Dios bajasen a