Página 633 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Ideas erróneas acerca de la confesión
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Dios que la fe de Cristo se haga perfecta por medio de las obras;
él relaciona esta salvación y vida eterna de los creyentes con estas
obras, y a través de ellas hace provisión para que la luz de la verdad
penetre en todos los países y llegue a todas las personas. Este es el
fruto de la obra del Espíritu de Dios.
La verdad ha hecho blanco en los corazones. No es un impulso
caprichoso, sino una verdadera conversión al Señor, y la voluntad
perversa del hombre es subyugada por la voluntad de Dios. Robarle
a Dios en diezmos y ofrendas es una violación del claro mandato de
Jehová y causa un daño profundísimo a los que lo hacen, ya que los
priva de la bendición de Dios, la cual se promete a los que proceden
honradamente con él.
Por experiencia propia hemos aprendido que si Satanás no logra
mantener a las almas atadas en el hielo de la indiferencia, intenta
empujarlas hacia el fuego del fanatismo. Cuando el Espíritu del
Señor se manifiesta entre su pueblo, también el enemigo aprove-
cha la oportunidad para obrar, procurando amoldar la obra de Dios
conforme a los rasgos particulares y no santificados de diferentes
individuos que trabajan en esa obra. Por lo tanto, siempre existe
el peligro de hacer decisiones imprudentes. Muchos llevan a cabo
una obra que ellos mismos han inventado, una obra que Dios no ha
impulsado.
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Sin embargo, en lo que concierne a la obra aquí en Battle Creek,
no ha habido fanatismo. Hemos sentido la necesidad de protegerla
por todos lados con sumo cuidado; porque si el enemigo puede
empujar a la gente hacia los extremos, queda bien complacido. De
esa manera puede hacer más daño que si no hubiese habido un
despertar religioso. Sabemos que jamás se ha hecho un esfuerzo
religioso en el cual Satanás no haya hecho los mayores intentos de
entremeterse, y en estos últimos días lo hará como nunca antes. El
se da cuenta de que su tiempo es corto y obrará con todo el engaño
de la injusticia para mezclar errores y opiniones incorrectos dentro
de la obra de Dios y forzar a los hombres a asumir posiciones falsas.
En muchos de nuestros reavivamientos religiosos se han come-
tido errores con respecto a la confesión. Aunque la confesión es
saludable para el alma, es necesario que procedamos sabiamente.
Me ha sido mostrado que muchas, muchas confesiones nunca de-
berían pronunciarse ante el oído de los mortales; porque el resultado