Página 636 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
con el extremismo de la agitación religiosa. La obra que no se forja
en Dios llega a la nada tan pronto como se acaba la agitación.
Hay poder y permanencia en lo que el Señor hace, sea que obre
por medio de instrumentos humanos o de otra manera. El progreso
y la perfección de la obra de la gracia en el corazón no dependen de
la agitación o las manifestaciones extravagantes. Los corazones que
están bajo la influencia del Espíritu de Dios estarán en dulce armonía
con su voluntad. Me ha sido mostrado que cuando el Señor obra
por medio de su Santo Espíritu, no habrá nada en sus transacciones
que degrade al pueblo del Señor ante el mundo, sino que más bien
lo exalta. La religión de Cristo no hace toscos y rudos a los que la
profesan. Los sujetos de la gracia no son indóciles, sino que están
siempre dispuestos a aprender de Jesús y a buscar el consejo el uno
del otro.
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Lo que aprendamos del gran Maestro de la verdad perdura; no
tendrá el sabor de la suficiencia propia, sino que nos conducirá a
la humildad y a la mansedumbre; y la obra que hagamos será sana,
pura y ennoblecedora, porque se forjó en Dios. Los que así trabajan
demostrarán en su vida hogareña y en su trato con la humanidad, que
tienen el pensamiento de Cristo. La gracia y la verdad reinarán en
sus corazones, inspirando y purificando sus intenciones y ejerciendo
control sobre sus actos externos.
Espero que ninguno vaya a pensar que se está ganando el favor
de Dios por medio de la confesión de sus pecados, o que haya
una virtud especial en confesarse ante los seres humanos. Debe
haber en nuestra experiencia la fe que obra por medio del amor y
que purifica el alma. El amor de Cristo subyugará las inclinaciones
carnales. La verdad no sólo lleva dentro de sí misma la evidencia de
su origen celestial, sino que demuestra que por la gracia del Espíritu
de Dios es eficaz en lo que concierne a la purificación del alma.
El Señor anhela que vengamos a él diariamente con todas nuestras
cuitas y confesiones de pecado, y él nos puede dar el descanso al
llevar su yugo y su carga. Su Santo Espíritu, mediante sus piadosas
influencias, colmará el alma, y todo pensamiento será sometido a la
obediencia de Cristo.
Me temo ahora que por causa de algún error de vuestra parte
la bendición de Dios que recayó sobre vosotros en _____ se con-
vierta en maldición; que alguna idea falsa prevalezca, de manera