Página 670 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
hermanos que se han apartado de los antiguos hitos y han seguido
su propio entendimiento”.
Cuando nuestro pueblo asume esa actitud, las amonestaciones y
consejos especiales de Dios por medio del espíritu de profecía no
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pueden influir en ellos para obrar una reforma en su vida y carácter.
El Señor no da una visión para hacer frente a cada emergencia que
se levante en las diferentes actitudes de su pueblo en el desarrollo
de su obra. Pero él me ha mostrado que su manera de tratar con la
iglesia en edades pasadas consistió en dar a sus siervos escogidos
impresiones referentes a las necesidades y los peligros a que estaban
expuestas su causa y las personas y en hacer sentir a esos siervos la
responsabilidad de dar consejos y amonestaciones.
Así también, en muchos casos Dios me ha dado luz acerca de los
defectos peculiares de carácter de ciertos miembros de la iglesia y
de los riesgos que corren las personas y la causa si estos defectos no
se suprimen. En determinadas circunstancias hay peligro de que las
malas tendencias se desarrollen mucho y se confirmen, perjudicando
la causa de Dios y minando a la persona afectada. A veces cuando
peligros especiales amenazan la causa de Dios o a individuos en
particular, me llega una comunicación del Señor, en sueño o visión
nocturna, y estos casos me son presentados vívidamente. Oigo una
voz que me dice: “Levántate y escribe; estas almas están en peligro”.
Obedezco al impulso del Espíritu de Dios y mi pluma describe su
verdadera condición. Durante mis viajes, al encontrarme delante de
los hermanos en diferentes lugares, el Espíritu del Señor me recuerda
claramente los casos que se me mostraron y revive el asunto que vi
anteriormente.
Durante los últimos cuarenta y cinco años el Señor me ha estado
revelando las necesidades de su causa y los casos de diferentes per-
sonas en todos los aspectos de la vida, mostrándome dónde y cómo
habían descuidado el perfeccionamiento de un carácter cristiano.
Se me ha presentado la historia de centenares de casos y se me ha
indicado claramente lo que Dios aprueba y lo que él condena. El
Señor me ha mostrado que si se sigue cierta conducta, o se conservan
ciertos rasgos de carácter, se producirán determinados resultados.
Así me ha estado preparando y disciplinando para que pueda discer-
nir los peligros que amenazan a las almas, e instruir y amonestar a