Página 671 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Naturaleza e influencia de los testimonios
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sus hijos, renglón tras renglón, precepto tras precepto, a fin de que
no ignoren los designios de Satanás y puedan escapar a sus trampas.
[643]
La obra que el Señor me ha impuesto especialmente consiste
en instar a jóvenes y ancianos, sabios e ignorantes, a escudriñar
las Escrituras por sí mismos; inculcar en todos el hecho de que el
estudio de la Palabra de Dios expandirá la mente y fortalecerá toda
la facultad, haciendo el intelecto idóneo para luchar con profundos
y abarcantes problemas de la verdad; asegurar a todos que el claro
conocimiento de la Biblia supera a todo otro conocimiento en cuanto
a hacer del hombre lo que Dios quería que fuese. “El principio de
tus palabras alumbra; hace entender a los simples”.
Salmos 119:130
.
Con la luz comunicada por el estudio de su Palabra, con el co-
nocimiento especial que se me ha dado de los casos individuales
entre su pueblo en todas las circunstancias y fases de la vida ¿puedo
yo hallarme ahora en la misma ignorancia, la misma incertidumbre
mental y ceguera espiritual que al principio de mi ministerio? ¿Dirán
mis hermanos que la hermana White ha sido una alumna tan torpe
que su juicio en esa dirección no es mejor que antes de que entra-
se en la escuela de Cristo, para ser preparada y disciplinada para
una obra especial? ¿No soy más inteligente acerca de los deberes
y peligros del pueblo de Dios que aquellos a quienes nunca han
sido presentadas estas cosas? No quisiera deshonrar a mi Hacedor
admitiendo que toda esta luz, toda la manifestación de su gran poder
en mi obra y experiencia ha sido inútil, que no ha educado mi juicio
ni me ha preparado para su obra.
Cuando veo a hombres y mujeres que adoptan la conducta, o
albergan los mismos rasgos que han puesto en peligro a otras almas
y herido la causa de Dios, y que el Señor ha reprendido vez tras vez,
¿cómo puedo sino sentir alarma? Cuando veo almas tímidas cargadas
con el sentimiento de sus imperfecciones, y sin embargo luchando
concienzudamente para hacer lo que Dios ha dicho que es correcto, y
sé que el Señor aprueba sus fieles esfuerzos, ¿no hablaré una palabra
de aliento a esos pobres corazones temblorosos? ¿Callaré porque
cada caso individual no me ha sido señalado en visión directa?
“Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta,
y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de él
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alguno; él por causa de su pecado fue tomado, mas demandaré su
sangre de mano del atalaya. Tú pues, hijo del hombre, yo te he