Página 693 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Los misterios de la Biblia son pruebas de su inspiración
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Cuando los hijos de Dios se sienten cómodos y satisfechos con su
ilustración presente podemos estar seguros de que él no los favorece.
Es su voluntad que avancen siempre, para recibir la abundante y
siempre creciente luz que resplandece para ellos. La actitud actual
de la iglesia no agrada a Dios. Ha penetrado en ella una confianza
propia que ha inducido a sus miembros a no sentir necesidad de
más verdad ni de mayor luz. Estamos viviendo en un tiempo en que
Satanás trabaja a diestra y siniestra, delante y detrás de nosotros; sin
embargo, como pueblo estamos dormidos. Dios quiere que se oiga
una voz que despierte a su pueblo para que obre.
En vez de abrir el alma para que reciba los rayos de la luz del
cielo, algunos han estado obrando en la dirección opuesta. Tanto
en la prensa como desde el púlpito se han presentado acerca de
la inspiración de la Biblia opiniones que no tienen la sanción del
Espíritu de la Palabra de Dios. Es cierto que ningún hombre o grupo
de hombres debe adelantar teorías acerca de un tema de tan grande
importancia sin que las sostenga un claro “Así dice Jehová”. Y
cuando los hombres, rodeados de flaquezas humanas, afectados en
menor o mayor grado por las influencias que los rodean, y teniendo
tendencias heredadas y adquiridas que distan mucho de hacerlos
sabios o de darles las miras del cielo, se ponen a atacar la Palabra
de Dios y a juzgar lo que es divino y lo que es humano, obran sin
consejo de Dios. El Señor no prosperará una obra tal. El efecto será
desastroso, tanto para el que se empeña en ella como para quienes
la aceptan como obra de Dios. Se ha despertado escepticismo en
muchas mentes por efecto de las teorías presentadas acerca de la
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naturaleza de la inspiración. Los seres finitos, con sus opiniones
estrechas y de corto alcance, se creen competentes para criticar las
Escrituras diciendo: “Este pasaje es necesario, y este otro no lo es, y
no está inspirado”.
Cristo no dio ninguna instrucción semejante acerca de las escri-
turas del Antiguo Testamento, la única parte de la Biblia que poseía
la gente de su tiempo. Sus enseñanzas están destinadas a dirigir los
intelectos al Antiguo Testamento, y a exponer con mayor claridad los
grandes temas allí presentados. Durante siglos, el pueblo de Israel se
había estado separando de Dios, y había perdido de vista las verda-
des preciosas que le habían sido confiadas. Estas verdades estaban