Página 722 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
Calumniando el carácter de Dios y excitando la desconfianza en
él fue como Satanás indujo a Eva a transgredir. Por el pecado, la
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mente de nuestros primeros padres se oscureció, su naturaleza se
degradó y su concepto de Dios fue amoldado por su propia estrechez
y egoísmo. Y a medida que los hombres se hicieron más audaces en
el pecado, el conocimiento y el amor de Dios se borraron de su mente
y corazón. “Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron
como a Dios, ni dieron gracias... se desvanecieron en sus discursos,
y el necio corazón de ellos fue entenebrecido”.
Romanos 1:21
.
A veces, la lucha de Satanás por el dominio de la familia humana
parecía destinada a quedar coronada de éxito. Durante los siglos
que precedieron al primer advenimiento de Cristo, el mundo parecía
estar completamente bajo el cetro del príncipe de las tinieblas; y él
reinó con terrible poder, como si por medio del pecado de nuestros
primeros padres, los reinos del mundo hubiesen llegado a ser legí-
timamente suyos. Aun el pueblo de la alianza, al cual Dios había
elegido para conservar su conocimiento en el mundo, se había apar-
tado de tal manera de él que había perdido todo concepto verdadero
de su carácter.
Cristo vino para revelar a Dios al mundo como un Dios de amor,
lleno de misericordia, ternura y compasión. Las densas tinieblas con
que Satanás había tratado de rodear el trono de la divinidad fueron
disipadas por el Redentor del mundo, y el Padre volvió a quedar
manifiesto a los hombres como la luz de la vida.
Cuando Felipe pidió a Jesús: “Muéstranos el Padre, y nos basta”,
el Salvador le contestó: “¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y
no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?”
Juan 14:8, 9
. Cristo
se declara enviado al mundo como representante del Padre. En
su nobleza de carácter, en su misericordia y tierna compasión, en
su amor y bondad, se nos presenta como la personificación de la
perfección divina, la imagen del Dios invisible.
Dice el apóstol: “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo
a sí”.
2 Corintios 5:19
. Únicamente mientras contemplamos el gran
plan de la salvación podemos apreciar correctamente el carácter de
Dios. La obra de la creación era una manifestación de su amor;
pero el don de Dios para salvar a la familia culpable y arruinada, es
lo único que nos revela las profundidades infinitas de la ternura y
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