Página 735 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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El cuidado de Dios por su obra
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Cristo explicó los temibles juicios que habrían de preceder a su
segunda venida: “Oiréis guerras, y rumores de guerras”. “Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá
pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares. Y todas estas
cosas, principio de dolores”
Mateo 24:6-8
. Aunque estas profecías se
cumplieron parcialmente con la destrucción de Jerusalén, se aplican
más directamente a los postreros días.
Estamos en el mismo umbral de acontecimientos grandes y so-
lemnes. La profecía se está cumpliendo rápidamente. El Señor está
a la puerta. Pronto ha de empezar un período de interés abrumador
para todos los vivientes. Las controversias pasadas han de revivir
y surgirán otras nuevas. Nadie sueña siquiera con las escenas que
han de producirse en nuestro mundo. Satanás está trabajando por
medios humanos. Los que están haciendo un esfuerzo para cambiar
la constitución y obtener una ley que imponga la observancia del
domingo, no se dan cuenta de lo que será el resultado. Una crisis
está por sobrecogernos.
Pero los siervos de Dios no han de confiar en sí mismos en
esta grande emergencia. En las visiones dadas a Isaías, a Ezequiel
y a Juan, vemos cuán íntimamente está relacionado el cielo con
los acontecimientos que suceden en la tierra, y cuán grande es el
cuidado de Dios para con los que son leales. El mundo no está sin
gobernante. El programa de los acontecimientos venideros está en
las manos del Señor. La Majestad del cielo tiene a su cargo el destino
de las naciones, como también lo que concierne a su iglesia.
Nos permitimos sentir demasiada congoja, preocupación y per-
plejidad en la obra del Señor. No son los hombres finitos quienes han
de llevar la carga de la responsabilidad. Necesitamos confiar en Dios,
creer en él y avanzar. La incansable vigilancia de los mensajeros
celestiales, y su incesante actividad en su ministerio en relación con
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los seres terrenales, nos muestra cómo la mano de Dios está guiando
una rueda dentro de otra rueda. El Instructor divino dice a todo aquel
que desempeña una parte en su obra, como dijo antiguamente a Ciro:
“Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste”.
Isaías 45:5
.
En la visión de Ezequiel, Dios tenía su mano debajo de las alas
de los querubines. Esto enseña a sus siervos que el poder divino es
lo que les da éxito. Obrará con ellos si quieren apartar la iniquidad y
llegar a ser puros en su corazón y vida.