Página 79 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

Basic HTML Version

Los testimonios menospreciados
75
conscientes están de su propio brillo, de la misma manera que las
flores menos ostentosas son las que difunden la más dulce fragancia.
Nuestro pueblo está cometiendo graves errores. No podemos
alabar y adular a ningún hombre sin causarle gran daño; los que
hacen esto se chasquearán seriamente. Confían demasiado en el
hombre finito y no lo suficiente en Dios, que no comete errores. El
deseo ansioso de impulsar a hombres hacia la atención pública, es
evidencia de desviación de Dios y de amistad con el mundo. Este
es el espíritu característico de esta época. Demuestra que en los
hombres no hay el mismo sentir de Jesús; la ceguera y la pobreza
espirituales han descendido sobre ellos. A menudo personas de
mentes inferiores apartan sus ojos de Jesús y contemplan una norma
meramente humana, por medio de la cual no están conscientes de su
propia pequeñez, y por lo tanto tienen una idea equivocada respecto a
sus aptitudes y dones. Entre nosotros como pueblo existe idolatría de
los instrumentos y del talento meramente humano, y aun de los que
tienen un carácter más superficial. El yo debiera morir y debiéramos
abrigar una fe humilde de niño. El pueblo de Dios se ha apartado
de su sencillez. Su fuerza no está en Dios, por lo que está débil y
desfallece espiritualmente.
Se me ha mostrado que el espíritu del mundo está rápidamente
cundiendo como levadura dentro de la iglesia. Estáis siguiendo el
mismo camino del antiguo Israel. Se ve el mismo decaimiento de
vuestra vocación sagrada que se vio entre el pueblo escogido de Dios.
Tenéis compañerismo con las obras infructuosas de las tinieblas.
Vuestra concordancia con los incrédulos ha provocado el desprecio
de Dios. No conocéis lo que es para vuestra paz, y velozmente os
está siendo vedado. Vuestro descuido en no seguir la luz os colocará
en una posición más desfavorable que la de los judíos, sobre los
cuales Cristo pronunció un ay.
[72]
Se me ha mostrado que la incredulidad en cuanto a los testimo-
nios ha estado aumentando gradualmente a medida que el pueblo
va desviándose de Dios. Es algo que ha penetrado nuestras filas y
que se ha extendido por todo el campo. Pero muy pocos conocen lo
que nuestras iglesias han de experimentar. Vi que en la actualidad
estamos bajo la clemencia divina, pero nadie sabe por cuánto tiempo
más será así. Ninguno conoce cuán grande ha sido la misericordia
de que hemos sido objetos. Muy pocos se dedican a Dios de co-