Página 92 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 5
ley cómo el alumno ha de vestir y de qué manera ha de disponer
de sus recursos. Sin embargo, los padres indulgentes y los alumnos
consentidos encontrarán la manera de evadir la ley. Nosotros no pro-
cederemos así. Pedimos a los padres cristianos que consideren estas
cosas con cuidado y oración, que procuren el consejo de la Palabra
de Dios, y que luego hagan el esfuerzo de actuar en conformidad
con sus enseñanzas.
Si en conexión con nuestro colegio se proveyesen las facilidades
necesarias para el trabajo manual y se requiriese que los alumnos
dedicasen una porción de su tiempo a algún trabajo activo, esto
constituiría una defensa contra muchas de las malas influencias que
predominan en los planteles de enseñanza. Los trabajos útiles y
varoniles en sustitución de las diversiones frívolas y corruptoras,
darían amplitud apropiada a la exuberancia de la vida juvenil y fo-
mentarían la sobriedad y la estabilidad de carácter. Debiera hacerse
todo el esfuerzo posible para animar el deseo de obtener mejora-
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miento tanto físico como mental. Si a las señoritas se les enseñara
a cocinar, especialmente a hacer buen pan, su educación sería de
mucho más valor. La experiencia en el trabajo útil en gran manera
prevendría ese sentimentalismo enfermizo que ha estado arruinando
a millares, y sigue haciéndolo. El ejercicio tanto de los músculos
como del cerebro fomentará el gusto por los deberes caseros de la
vida práctica.
La ostentación y la superficialidad en el trabajo son característi-
cas de la educación en el tiempo presente. El Hno. _____ posee un
amor innato por el orden y por el trabajo bien hecho, lo cual se ha
convertido en hábito como resultado del adiestramiento y la disci-
plina de toda una vida. Por esto ha recibido la aprobación de Dios.
Sus esfuerzos son de verdadero valor, porque no permite que sus
alumnos sean superficiales. Sin embargo, en sus primeros esfuerzos
por establecer una escuela, tuvo que hacer frente a una cantidad de
obstáculos. De haber sido menos determinado y perseverante, se
hubiera rendido en su lucha. Algunos de los padres olvidaron soste-
ner la escuela, y los niños no respetaban al maestro porque vestía
pobremente. Permitieron que su apariencia los prejuiciara en contra
de él. El espíritu de la irrespetuosidad fue reprendido por el Señor y
se animó al maestro a continuar su trabajo. No obstante, las quejas e
informes no sabios llevados a los hogares por los niños fortalecieron