Página 93 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 5 (1998)

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Los obreros de nuestro colegio
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el prejuicio de los padres. Mientras el Hno. _____ procuraba incul-
carles los buenos principios y establecer buenos hábitos, los niños
demasiado consentidos se quejaban de la exigencia de sus estudios.
Se me mostró que estaban sufriendo porque su mente no estaba lo
suficientemente ocupada en los asuntos debidos. Sus pensamientos
estaban concentrados en temas desmoralizadores, y tanto la mente
como el cuerpo estaban debilitados por el autoerotismo. Fue esta
mala práctica, no el estudio excesivo, lo que causó la frecuente en-
fermedad de estos niños y lo que les impidió progresar como los
padres lo hubieran deseado.
El Señor aprobó el comportamiento general manifestado por el
Hno. _____ al echar los cimientos de la escuela, que ahora está
funcionando. Pero el hombre ha trabajado demasiado duro, sin una
firme, bendecida y fortalecedora influencia en el hogar que aliviara
su carga. Bajo la presión del trabajo excesivo, ha cometido algunos
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errores que, sin embargo, no han sido tan penosos como los de
aquellas personas que han abrigado rencor contra él. En su relación
con la juventud, ha tenido que hacer frente al espíritu de rebelión y
porfía que el apóstol declara ser una de las señales de los últimos
días.
Algunos de los maestros del colegio han dejado de darse cuenta
de la responsabilidad que atañe a su posición. Ellos mismos no han
sido alumnos en la escuela de Cristo, y por lo tanto no han estado
preparados para enseñar a los demás.
Entre los estudiantes hay quienes poseen hábitos de ocio y de
vicio. Necesitan reprensión y disciplina; pero si no puede lograrse
que se reformen, evítese hundirlos más profundamente en el abismo
por medio de la impaciencia y la aspereza. Recuerden los maestros
siempre que los jóvenes que están bajo su cargo fueron comprados
por la sangre de Cristo y que son miembros menores de la familia
del Señor. Para redimirlos, Cristo hizo un sacrificio infinito. Sientan,
pues, los maestros que desempeñan el papel de misioneros y que
deben ganar a estos estudiantes para Jesús. Si los maestros son por
naturaleza combativos, entonces cuídense de no consentir este rasgo.
Aquellos que ya pasaron el período crítico de la juventud no debieran
olvidar nunca las tentaciones y pruebas de su vida temprana, y cuánto
deseaban recibir simpatía, ternura y amor.