Página 14 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Testimonios Selectos Tomo 5
él a seguir su ejemplo de abnegación y sacrificio, trabajando por
la conversión de aquellos sobre quienes Satanás y su gran ejército
están ejerciendo su poder para destruirlos. Los hijos de Dios están
llamados a congregarse sin tardanza bajo la bandera manchada de
sangre de Jesucristo. Ellos deben continuar incesantemente su lucha
contra el enemigo, apresurando la batalla hasta las puertas mismas.
Y cada nuevo recluta, añadido a las filas mediante la conversión,
debe ocupar su puesto asignado. Cada cual debiera tener voluntad de
ser o hacer cualquier cosa en este combate. Cuando los miembros de
la iglesia realicen esfuerzos fervientes para el adelanto del mensaje,
ellos vivirán en el gozo del Señor y obtendrán éxito. El triunfo
corona siempre el esfuerzo decidido.
El Espíritu Santo, nuestra eficiencia
Cristo, en su cargo de Mediador, da a sus siervos la presencia
del Espíritu Santo. Es la eficiencia del Espíritu lo que habilita a los
agentes humanos para ser representantes del Redentor en la obra de
salvar almas. A fin de poder unirnos a Cristo en esta obra, debemos
colocarnos bajo la influencia modeladora de su Espíritu. Mediante
el poder así impartido, podremos cooperar con él por los lazos de
la unión como colaboradores suyos en la salvación de las almas. A
cada cual que se ofrece al Señor para su servicio, sin reserva alguna,
es dado poder para alcanzar resultados inmensurables.
El Señor está ligado por una promesa eterna de proveer poder y
gracia a cada cual que es santificado por la obediencia a la verded.
Cristo, a quien es dado todo poder, así en el cielo como en la tierra,
coopera con su simpatía con sus agentes,—las almas sinceras que
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día tras día participan del pan de vida, “que desciende del cielo.”
Juan 6:50
. La iglesia de la tierra, unida a la iglesia del cielo, puede
cumplir todas las cosas.
El poder dado a los apóstoles
En el día de Pentecostés, el Infinito se reveló a su iglesia me-
diante su poder. Por su Espíritu Santo, él bajó de las alturas del cielo
como un fuerte e impetuoso viento que penetró en el aposento en
que los discípulos estaban reunidos. Fué como si por siglos esta