Página 15 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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Extendiendo los triunfos de la cruz
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influencia hubiese sido retenida y el cielo se regocijase ahora de
poder derramar sobre la iglesia las riquezas del poder del Espíritu.
Bajo la influencia del Espíritu, las palabras de confesión y peni-
tencia se mezclaron con cantos de agradecimiento por los pecados
perdonados. Se oyeron palabras de acción de gracias y de profecía.
Todo el cielo se prosternó para contemplar y adorar la sabiduría del
incomparable e incomprensible amor. Asombrados, los discípulos
exclamaron: “En esto consiste el amor.”
1 Juan 4:10
. Ellos se apode-
raron del don impartido. ¿Y cual fué el resultado?—Miles fueron
convertidos en un día. La espada del Espíritu, recién afilada con
poder y revestida del resplandor del rayo, penetró la incredulidad.
El corazón de los discípulos fué colmado de una gracia tan
completa, tan profunda y abarcante, que los impulsó a ir hasta los
confines de la tierra, testificando: No permita Dios que nos gloriemos
sino en la cruz de Cristo. Ellos estaban llenos de un intenso deseo
de añadir a la iglesia a aquellos que debían salvarse. Invitaban a los
creyentes a levantarse y hacer su parte, para que todas las naciones
pudiesen oír la verdad y la tierra fuese llenada con la gloria del
Señor.
El mismo poder ha de manifestarse hoy
Por la gracia de Cristo, los apóstoles fueron hechos lo que fueron.
Mediante una sincera devoción y la oración ferviente y humilde fue-
ron puestos en íntima comunión con él. Ellos se sentaron juntamente
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con él en los lugares celestiales. Comprendieron la magnitud de su
deuda hacia él. Mediante fervorosas y perseverantes oraciones, reci-
bieron el don del Espíritu Santo, y luego fueron adelante cargados
con el anhelo de salvar almas, celosos por extender los triunfos de
la cruz. Y mediante su labor, muchas almas fueron traídas de las
tinieblas a la luz, y muchas iglesias fueron suscitadas.
¿Seremos nosotros menos fervorosos que los apóstoles? Por
una fe viva, ¿no habremos de aferrarnos a las promesas que los
conmovieron, desde lo más profundo de su ser, a implorar del Señor
Jesús el cumplimiento de su palabra: “Pedid, y recibiréis”?
Juan
16:24
. ¿No ha de venir hoy el Espíritu del Señor en respuesta a la
fervorosa y perseverante oración, y llenar de poder a los hombres?
¿No asegura el Señor hoy día a sus obreros que, llenos de oración,