Página 73 - Testimonios Selectos Tomo 5 (1932)

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La iglesia y la casa editorial
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Dios. Los que las denigren, a fin de servir a sus propios intereses,
deberán dar cuenta de ello a Dios. El Señor quiere que todo lo que
esté relacionado con su obra sea considerado como sagrado.
Dios desea que oremos mucho más, y que hablemos mucho
menos. La entrada del cielo está iluminada por los rayos de su
gloria, y él hará brillar esta luz en el corazón de cuantos sostengan
con él relaciones normales.
Cada institución tendrá que luchar con dificultades. Estas son
permitidas para que sea probado el corazón de los hijos de Dios.
Al alcanzar la adversidad a una de las instituciones del Señor es
cuando se manifiesta la fe verdadera que tenemos en Dios y en su
obra. En un tiempo como ése, no considere nadie las cosas bajo
su luz más desfavorable; ni exprese nadie pensamientos de duda
o incredulidad. No critiquéis a aquellos que llevan la carga de la
responsabilidad. No permitáis que vuestras conversaciones en la
familia sean envenenadas por la crítica de los obreros del Señor. Los
padres que se permiten este espíritu de crítica, no ponen delante
de sus hijos lo que los pueda hacer sabios para salud. Sus palabras
tienden a perturbar la fe y la confianza, no sólo de los hijos, sino
también de las personas de mayor edad. Todos tienen ya demasiado
poco respecto y reverencia para las cosas sagradas. Satanás trabajará
con el mayor apresuramiento con quien critique para provocar la
incredulidad, la envidia, los celos y la falta de respeto. Satanás está
siempre trabajando para impregnar a los hombres de su espíritu, para
apagar el amor que debiera cultivarse cuidadosamente entre herma-
nos, para destruir la confianza, para excitar los celos, las sospechas y
las disputas. ¡Ojalá no nos hallemos entre sus colaboradores! Un so-
lo corazón abierto a su influencia puede esparcir muchas semillas de
enemistad. Hasta puede realizarse una obra cuyas consecuencias—la
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ruina de las almas—no se conocerán nunca completamente antes
del gran día final.
Cristo declara: “Y cualquiera que escandalizare a alguno de
estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase
al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en
el profundo de la mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! porque
necesario es que vengan escándalos; más ¡ay de aquel hombre por el
cual viene el escándalo!”
Mateo 18:6, 7
. Una gran responsabilidad
recae sobre los miembros de la iglesia. Deben velar por temor a que,