Página 119 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Cómo hacer frente a la oposición
Nuestros ministros y maestros deben exponer el amor de Dios a
un mundo pecador, y presentar la verdad con corazones rebosantes
de ternura. Traten con la misma ternura de Cristo a todos los que
yerran. Si las personas por quienes trabajáis no comprenden la
verdad inmediatamente, no las censuréis, no las critiquéis ni las
condenéis. Recordad que debéis mostrar a Cristo en su humildad,
en su bondad y en su amor. Podemos esperar tener encuentros con
la incredulidad y la oposición. La verdad ha tenido siempre que
habérselas con estos rasgos negativos. Pero aun cuando tengáis que
hacer frente a la oposición más acérrima, no censuréis a vuestros
opositores. Podrían pensar que hacen un servicio a Dios, como Pablo
lo pensaba: por eso debemos ser pacientes con ellos y tratarlos con
humildad y comprensión.
No tengamos la impresión que debemos soportar gravosas prue-
bas y severos conflictos en nuestro esfuerzo por exponer una verdad
impopular. Pensemos en Jesús y en los sufrimientos que debió so-
portar por nosotros en silencio. Aun cuando nos insulten y acusen
falsamente, no nos quejemos por eso ni pronunciemos palabras de
reproche ni expresiones displicentes; no penséis en criticar ni mani-
festéis actitudes de descontento. Actuad rectamente, “manteniendo
buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en
el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”.
1 Pedro
2:12
.
“Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amán-
doos fraternalmente, misericordiosos, amigables, no devolviendo
mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, ben-
diciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendi-
ción: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua
de mal, y sus labios de hablar engaño; apártese del mal, y haga el
bien, busque la paz y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los
justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor
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