Página 124 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
la oveja que se había perdido.” Y por todo el cielo repercute la nota
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de gozo. El Padre mismo se regocija con cantos por el alma resca-
tada. ¡Qué santo éxtasis de gozo se expresa en esta parábola! Y es
nuestro privilegio participar de este gozo.
* * * * *
¿Estáis vosotros, los que veis este ejemplo, cooperando con el
que está tratando de salvar a los perdidos? ¿Sois colaboradores con
Cristo? ¿No podéis soportar por su causa sacrificios, padecimientos
y pruebas? Hay oportunidad de hacer bien a las almas de los jóve-
nes y de los que yerran. Si veis a alguno cuyas palabras o actitud
demuestran que está separado de Dios, no le culpéis. No es obra
vuestra condenarle, sino acercaos a su lado para darle ayuda. Consi-
derad la humildad de Cristo, su mansedumbre y sumisión, y obrad
como él obró, con el corazón lleno de ternura santificada. “En aquel
tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a todas las familias de Israel, y
ellas me serán a mí por pueblo. Así ha dicho Jehová: El pueblo que
escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en
busca de reposo. Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo,
diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi
misericordia”.
Jeremías 31:1-3
.
Para obrar como lo hizo Cristo, debemos crucificar el yo. Es una
muerte dolorosa; pero es vida para el alma. “Porque así dijo el Alto
y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo
habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de
espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar
el corazón de los quebrantados”.
Isaías 57:15
.
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