Página 127 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Necesidad de reforma en la educación
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presentarse la más seria atención a la educación que impartirá un
conocimiento de la salvación, y moldeará la vida y el carácter a la
semejanza divina. Es el amor de Dios, la pureza del alma entretejida
en la vida a guisa de hebras de oro, es lo que tiene verdadero valor. La
altura que el ser humano puede alcanzar así no ha sido comprendida
plenamente.
Para llevar a efecto la tarea, ha de ponerse un fundamento más
amplio. Debe introducirse y adoptarse un nuevo propósito, ayudarse
a los alumnos a aplicar los principios de la Biblia en todo lo que
hacen. Debe señalarse claramente y eliminarse todo aquello que
salga de lo recto, pues es iniquidad que no debe perpetuarse. Es
importante que todo maestro ame y cultive sanos principios y doctri-
nas, por cuanto en ellos está la luz que ha de proyectarse en la senda
de todos los alumnos.
El mensaje del tercer ángel en nuestras escuelas
En el libro de Apocalipsis leemos acerca de una obra especial
que Dios quiere que su pueblo haga en estos últimos días. Él nos
ha revelado su ley y nos ha mostrado la verdad para este tiempo.
Esa verdad se despliega constantemente, y Dios quiere que seamos
entendidos en ella para que podamos distinguir entre lo correcto y
lo erróneo, entre la justicia y la injusticia.
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El mensaje del tercer ángel, la gran verdad probatoria para este
tiempo, ha de enseñarse en nuestras instituciones. Es designio de
Dios que por intermedio de ellas se dé esta amonestación especial, y
rayos brillantes de luz resplandecerán sobre el mundo. El tiempo es
corto. Los peligros de los últimos días están muy cerca y debemos
velar y orar, estudiar y dar oído a las lecciones presentadas en los
libros de Daniel y Apocalipsis.
Cuando Juan fue desterrado a la isla de Patmos, dejando aquellos
que él amaba, Cristo sabía dónde encontrar a su fiel testigo. Juan dijo:
“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación,
en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada
Patmos, por causa de Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta”. El día del Señor es el séptimo día, el
sábado de la creación. En el día que Dios santificó y bendijo, Cristo