Página 137 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Necesidad de reforma en la educación
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Principios básicos del éxito
Maestros y alumnos deberían colaborar en la obra de reforma,
cada uno trabajando en la forma más provechosa, para hacer de
nuestras escuelas aquello que el Señor puede aprobar. Se necesita
unidad de acción para el éxito. Un ejército en combate se confundiría
y sería derrotado, si los soldados actuaran conforme a sus impul-
sos individuales, en vez de moverse al unísono bajo la dirección
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de un general competente. Los soldados de Cristo también deben
actuar en armonía. Un puñado de almas convertidas, unidas en un
gran propósito, bajo una sola dirección, obtendrá victorias en cada
combate.
Si hay desunión entre los que pretenden creer en la verdad, el
mundo llegará a la conclusión de que esta gente no es de Dios,
porque trabajan unos contra otros. Cuando somos uno con Cristo,
estaremos unidos entre nosotros mismos. Aquellos que no están en-
yugados con Cristo, siempre halan hacia el lado equivocado. Poseen
un temperamento que corresponde a la naturaleza humana carnal,
y a la más mínima excusa, la pasión está ampliamente dispuesta
para enfrentarse con la pasión. Esto causa choques; y se oyen voces
estridentes en reuniones de juntas, comisiones y asambleas públicas,
oponiéndose a los métodos de reforma.
Otra condición para el éxito es la obediencia a cada palabra de
Dios. No se ganan victorias a través de ceremonias o exhibiciones,
sino por medio de la obediencia sencilla al Generalísimo, Señor
Dios del cielo. Aquel que pone su confianza en este Líder, jamás
sabrá lo que es la derrota. La derrota viene del error de confiar en
métodos humanos y en invenciones humanas, y por colocar lo divino
en segundo lugar. La obediencia fue la lección que el Capitán de las
huestes del Señor procuró enseñar a los grandes ejércitos de Israel:
obediencia en las cosas en que no podían vislumbrar ningún éxito.
Cuando hay obediencia a la voz de nuestro Líder, Cristo dirigirá sus
batallas en maneras que sorprenderán a los grandes poderes de la
tierra.
Somos soldados de Cristo; y se espera de aquellos que se regis-
tran en su ejército que realicen faenas difíciles, faenas que agotarán
sus energías en grado sumo. Debemos entender que la vida de un
soldado conlleva lucha agresiva, perseverancia y fortaleza. Debemos