Página 136 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
alumnos se hubieran alojado en alguna otra localidad y en Números
más reducidos. La afluencia de la gente a Battle Creek es tanto la
falta de aquellos que están en posiciones de dirección, como de
los que se mudaron a ese lugar. Hay mejores campos que Battle
Creek para las empresas misioneras, pero aquellos en posiciones de
responsabilidad han estado planeando tener allí todo lo que sea de
carácter más conveniente; y las más amplias instalaciones le están
diciendo a la gente: “Venid a Battle Creek; mudaos aquí con vuestras
familias, y educad vuestros hijos aquí”.
Si algunas de nuestras instituciones educativas fueran fracciona-
das en unidades más pequeñas, y se establecieran escuelas en varios
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lugares, se podría lograr mayor progreso en la cultura física, mental
y moral. El Señor no ha dicho que deben haber menos edificios, sino
que estos edificios no debieran concentrarse en un solo lugar. Las
cuantiosas sumas invertidas en pocas localidades debieran haberse
usado para proveer instalaciones a más lugares para acomodar a un
mayor número de alumnos.
Ha llegado el tiempo para enarbolar el estandarte de la verdad
en muchos lugares, para así despertar mayor interés y ampliar el
campo misionero, hasta que se abarque toda la tierra. Ha llegado
el tiempo cuando a muchos más debiera presentárseles el mensaje
de verdad. Puede hacerse mucho de lo que no se ha hecho en esta
dirección. Mientras las iglesias son responsables por mantener sus
lámparas aparejadas y encendidas, jóvenes dedicados deben ser
educados en sus países de origen para llevar adelante esta obra.
Debieran establecerse escuelas, no tan afectadas o pedantes como
las del Colegio de Battle Creek y College View, pero más sencillas
y edificios menos ostentosos y con maestros que adopten el mismo
plan de las escuelas de los profetas. En vez de concentrar la luz en un
solo lugar, donde muchos no aprecian ni mejoran aquello que les ha
sido dado, la luz debiera ser llevada a numerosos lugares de la tierra.
Si maestros dedicados y temerosos de Dios, de mentes balanceadas
e ideas prácticas, fueran a los campos misioneros y trabajaran de
manera humilde, impartiendo aquello que han recibido, Dios dotaría
de su Santo Espíritu a muchos que están destituidos de su gracia.