Página 147 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Lo que impide la reforma
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La educación dada a los jóvenes amolda toda la estructura so-
cial. Por todo el mundo la sociedad está en desorden y se necesita
una completa transformación. Muchos creen que mejores recursos
educacionales, mayor pericia y métodos más recientes pondrán las
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cosas en su lugar. Profesan creer y aceptar los oráculos vivos, y,
no obstante, dan a la Palabra de Dios un puesto inferior en el gran
contexto de la educación. Lo que debiera estar primero pasa a ser
algo accesorio de las invenciones humanas.
Es muy fácil dejarse llevar por planes, métodos y costumbres del
mundo y no dedicar al tiempo en que vivimos, o a la gran obra que
debe hacerse, más reflexión de la que dedicaron en su tiempo los
contemporáneos de Noé. Existe el peligro constante de que nuestros
educadores sigan el mismo camino que los judíos, amoldándose a
costumbres, prácticas y tradiciones que Dios no dio. Con tenaci-
dad y firmeza, algunos se adhieren a viejos hábitos y a una afición
por diversos estudios que no son esenciales, como si su salvación
dependiera de estas cosas. Al hacer esto se apartan de la obra espe-
cial de Dios e imparten a los alumnos una educación deficiente y
errónea. Las mentes son desviadas de un sencillo “Así dice Jehová”
que entraña intereses eternos, hacia teorías y enseñanzas humanas.
La revelación de Dios, verdad eterna e infinita, es explicada según
interpretaciones humanas, cuando solamente el poder del Espíritu
Santo puede revelar las cosas espirituales. La sabiduría humana es
insensatez, pues pasa por alto el conjunto de las providencias de
Dios, que apuntan a la eternidad.
* * * * *
Los reformadores no son destructores. Jamás tratarán de arruinar
a los que no estén en armonía con sus planes ni se amolden a ellos.
Los reformadores deben avanzar, no retroceder. Deben ser decididos,
firmes, resueltos, indómitos; empero la firmeza no debe degenerar en
un espíritu autoritario. Dios quiere que todos los que le sirvan sean
firmes como una roca, en cuanto a principios se refiere; pero mansos
y humildes de corazón, como lo fue Cristo. Entonces, permaneciendo
en Cristo, podrán hacer la obra que él haría si estuviese en el lugar
de ellos. Un espíritu brusco y condenador no es esencial para ser
heroico en las reformas de este tiempo. Todos los métodos egoístas
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