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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
levantar las comunidades colindantes, y para su educación en el
aspecto industrial y de salud. El colegio y sus alrededores deben ser
lecciones prácticas, y enseñar métodos de mejoramiento. Además,
hay que instar a la gente a que realice reformas, para que la facultad
estética, la diligencia y el refinamiento puedan reemplazar la tos-
quedad, la impureza, el desorden, la ignorancia y el pecado. Aun los
más pobres pueden mejorar sus entorno si se levantan temprano y
trabajan diligentemente. Podemos ayudar a otros con nuestras vidas
y nuestro ejemplo a discernir lo que es repulsivo en su carácter, o en
sus alrededores; y mediante la cortesía cristiana podemos estimular
el mejoramiento.
A menudo surgirá la pregunta: ¿qué puede hacerse donde pre-
valece la pobreza y hay que efectuar duros esfuerzos a cada paso?
Bajo estas circunstancias, ¿cómo podemos impresionar las mentes
con ideas correctas de mejoramiento? Ciertamente, la obra es difícil;
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y a menos que los maestros, los pensadores y los que tienen recursos
ejerzan sus talentos y acudan presurosos a prestar su ayuda, de la ma-
nera como Cristo lo habría hecho si estuviera en su lugar, una obra
importante quedará sin realizar. La reforma necesaria jamás se pro-
ducirá a menos que hombres y mujeres sean ayudados por un poder
ajeno a ellos. Los que tienen talentos y capacidades deben usarlos
para bendecir a sus semejantes, trabajando para llevarlos a un nivel
donde puedan ayudarse a sí mismos. Es así como a la educación
obtenida en nuestros colegios puede dársele un uso óptimo.
Los talentos confiados por el Señor no deben esconderse debajo
de un almud, o debajo de una cama. “Vosotros sois la luz del mundo”,
dijo Cristo.
Mateo 5:14
. Cuando veás familias que viven en chozas,
con escasos muebles y ropa de vestir; sin herramientas, sin libros u
otras señales de refinamiento en sus habitaciones, ¿os interesaríais
en ellos y procuraríais enseñarles a emplear sus energías al máximo
para lograr una mejoría y que su trabajo pueda avanzar? Mediante el
trabajo diligente, utilizando toda habilidad al máximo, aprendiendo
a no malgastar el tiempo, es como ellos llegarán a tener éxito en
mejorar sus moradas y cultivar sus tierras.
Es necesario aunar esfuerzos físicos y poder moral en nuestro
empeño para regenerar y reformar. Debemos procurar vivir el evan-
gelio en todos sus valores, para que sus bendiciones temporales y
espirituales puedan sentirse a nuestro alrededor.