Página 195 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

Los colegios y las escuelas de iglesia
191
de su desarrollo. Deben procurar cultivar de tal manera las prefe-
rencias de los jóvenes, para que en cada etapa de su vida puedan
representar la belleza natural propoia de ese período, algo que se
desarrollará gradualmente, como lo hacen las plantas y las flores en
el jardín.
La dirección e instrucción de los niños es la obra misionera más
noble que cualquier hombre o mujer pueda emprender. Mediante el
debido empleo de objetos, deben hacerse muy claras las lecciones, a
fin de que puedan dirigir las mentes de la naturaleza, al Dios de la
naturaleza. Debemos tener en nuestras escuelas personas que posean
tacto y habilidad para realizar esta labor y sembrar así las semillas
de verdad. Únicamente el gran día de Dios podrá revelar el bien que
logrará esta obra.
* * * * *
Debe emplearse maestros con talento especial en la educación
de los pequeñuelos. Muchos ponen el pesebre a cierta altura, y dan
alimento a las ovejas; pero es asunto más difícil poner el pesebre más
bajo y apacentar a los corderos. Esta es una lección que necesitan
aprender los maestros de escuela primaria.
* * * * *
Es necesario educar el ojo de la mente, o el niño hallará placer
en la contemplación del mal.
* * * * *
A veces los maestros deben participar en los deportes y juegos
de los niños pequeños, y enseñarles a jugar. De esta manera estarán
[209]
en situación de refrenar los sentimientos y los actos desprovistos de
bondad, sin aparentar criticar ni censurar. Este compañerismo vincu-
lará los corazones de maestros y alumnos, y la escuela proporcionará
deleite a todos.
* * * * *