El plan de Dios para nuestros sanatorios
Toda institución establecida por los adventistas del séptimo día
ha de ser para el mundo lo que fue José en Egipto, y lo que Daniel
y sus compañeros fueron en Babilonia. La providencia de Dios
permitió que estos escogidos fueran llevados cautivos para impartir
a naciones paganas las bendiciones que la humanidad recibe por el
conocimiento de Dios. Serían los representantes de Jehová. Nunca
debían transigir con los idólatras; deberían honrar especialmente su
fe religiosa y su nombre como adoradores del Dios viviente.
Ellos lo hicieron así. Honraron a Dios tanto en la prosperidad
como en la adversidad, y Dios los honró.
Sacado de una mazmorra, siervo de cautivos, donde fue víctima
de la ingratitud y de la malicia, José se mantuvo fiel al Dios del cielo.
Todo Egipto se asombró de la sabiduría del hombre a quien Dios
había instruido. Faraón “lo puso por señor de su casa, y por goberna-
dor de todas sus posesiones, para que reprimiera a sus grandes como
él quisiese, y a sus ancianos enseñara sabiduría”
Salmos 105:21, 22
.
Dios se manifestó por medio de José no sólo a Egipto, sino a todas
las naciones relacionadas con ese poderoso reino. Quiso hacerlo un
portador de luz para todos los pueblos, y lo colocó en el segundo
puesto, después del trono, en el mayor imperio del mundo; para que
el beneficio de la iluminación celestial pudiera extenderse lejos y
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cerca. José representaba a Cristo, por su sabiduría y justicia, por
la pureza y benevolencia de su vida diaria y por su devoción a los
intereses de la gente, a pesar de que era una nación de idólatras. En
su benefactor, por quien todo Egipto sentía gratitud y alabanza, ese
pueblo pagano, y por su medio todas las naciones con las cuales se
relacionaba, había de contemplar el amor de su Creador y Redentor.
Así también en Daniel, Dios colocó una luz junto al trono del
reino más poderoso del mundo; para que todos pudiesen aprender del
Dios vivo y verdadero. En la corte de Babilonia había representantes
de todos los países, hombres dotados de los más selectos talentos y
de abundantes dones naturales, que poseían la más elevada cultura
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