Página 216 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

212
Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
con corazones renovados. El cambio es notable. Al volver a sus
hogares, son como luces en el mundo. El Señor los hace testigos
suyos. Su testimonio es: “He visto su grandeza, he probado su
bondad”. “Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que
ha hecho a mi alma”.
Salmos 66:16
.
Así, por medio de la mano de nuestro Dios que los prospera
sobre ellos, nuestros sanatorios han sido el medio de lograr mucho
bien. Y se elevarán aún más alto. Dios obrará con el pueblo que le
honre.
Maravillosa es la obra que Dios quiere realizar por medio de sus
siervos, a fin de que su nombre sea glorificado. Dios hizo de José una
fuente de vida para la nación egipcia. Por medio de José conservó la
vida a todo el pueblo. Por medio de Daniel, Dios salvó la vida de
todos los sabios de Babilonia. Y estas liberaciones fueron lecciones
objetivas; ilustraron ante el pueblo las bendiciones espirituales que
le eran ofrecidas por la relación con el Dios a quien adoraban José
y Daniel. Así también desea impartir hoy por medio de su pueblo,
bendiciones al mundo.
Cada obrero en cuyo corazón habita Cristo, todo aquel que quiere
revelar su amor al mundo, es colaborador con Dios para beneficiar a
la humanidad. Mientras recibe del Salvador gracia para impartirla
a otros, fluye de su ser entero la oleada de vida espiritual. Cristo
vino como el gran Médico, para sanar las heridas que el pecado
había hecho en la familia humana, y su Espíritu, obrando por medio
de sus siervos, imparte a los enfermos del pecado, a los dolientes
seres humanos, un intenso poder curativo, eficaz para el cuerpo y el
alma. “En aquel tiempo—dice la Escritura—habrá manantial abierto
para la casa de David y para los moradores de Jerusalén, para la
purificación del pecado y la inmundicia”.
Zacarías 13:1
. Las aguas
de este manantial sanarán los padecimientos físicos y espirituales.
[231]
Desde este manantial fluye el caudaloso río que vio Ezequiel en
visión. “Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al
Arabá, y entrarán en el mar: y entradas en el mar, recibirán sanidad
las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que
entraren estos dos ríos, vivirá... Y junto al río, en la ribera a uno y otro
lado, crecerá toda clase de árboles frutales: sus hojas nunca caerán,
ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen