Página 227 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Unidad de acción
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entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”.
Romanos 12:1, 2
. Este capítulo en su
totalidad es una lección que ruego lean todos los que afirman ser
miembros del cuerpo de Cristo.
Pablo escribió nuevamente: “Si se consagra la parte de la masa
que se ofrece como primicias, también se consagra toda la masa; si
la raíz es santa, también lo son las ramas. Ahora bien, es verdad que
algunas de las ramas han sido desgajadas, y que tú, siendo de olivo
silvestre, has sido injertado entre las otras ramas. Ahora participas
de la savia nutritiva de la raíz del olivo. Sin embargo, no te vayas
a creer mejor que las ramas originales. Y si te jactas de ello, ten
en cuenta que no eres tú quien nutre la raíz, sino que es la raíz
la que te nutre a ti. Tal vez dirás: Desgajaron algunas ramas para
que yo fuera injertado. De acuerdo. Pero ellas fueron desgajadas
por su falta de fe, y tú por la fe te mantienes firme. Así que no
seas arrogante sino temeroso; porque si Dios no tuvo miramiento
con las ramas originales, tampoco los tendrá contigo. Por lo tanto,
considera la bondad y la severidad de Dios: severidad hacia los que
creyeron y bondad hacia ti. Pero si no te mantienes en su bondad, tú
también serás desgajado”.
Romanos 11:16-22 (NVI)
. Estas palabras
revelan claramente que no se deben despreciar los departamentos y
las instituciones que Dios ha puesto en la iglesia.
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El ministerio santificado insta a practicar la abnegación. Es ne-
cesario levantar la cruz y destacar su lugar en la obra evangélica.
La influencia humana debe extraer su eficacia de Aquel que pue-
de salvar y mantener en la salvación a todos los que reconocen su
dependencia de él. El poder transformador del Evangelio debe di-
fundirse por todo el mundo mediante la unión de los miembros de
iglesia con Cristo y unos con otros.
En la obra evangélica el Señor utiliza diferentes instrumentos, y
no debe permitirse que nada los separe. Nunca debe establecerse un
sanatorio como una empresa independiente de la iglesia. Nuestros
médicos deben unirse a la obra de los ministros del evangelio. Deben
contribuir con su trabajo a la salvación de la gente, para enaltecer el
nombre del Señor.
La obra médica misionera por ningún concepto debe divorciarse
del ministerio evangélico. El Señor ha especificado que ambos deben
mantenerse unidos, así como el brazo lo está con el cuerpo. Ninguna