Página 238 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
y tener la certeza de su aprobación, que asegurarse el patrocinio y el
honor de los poderosos del mundo.
La oración
Todo sanatorio adventista del séptimo día debe convertirse en
un Betel. Todos los que están afiliados a este departamento de la
obra deberían estar consagrados a Dios. Los que ministran a los
enfermos, que realizan operaciones delicadas y difíciles, debieran
recordar que un desvío del bisturí, un movimiento nervioso, puede
enviar a una persona a la eternidad. No debiera permitírseles llevar
tantas responsabilidades, hasta tal punto que no tengan tiempo para
dedicarlo a una sesión especial de oración. Deberían reconocer
su dependencia de Dios por medio de la oración fervorosa. Sólo
mediante el reconocimiento de la pureza de la verdad de Dios que
obra en la mente y el corazón, y por la calma y la fortaleza que
sólo él puede impartir, están los médicos calificados para realizar
operaciones críticas que significan vida o muerte para los enfermos.
El médico que está verdaderamente convertido no aceptará res-
ponsabilidades que interfieran con su trabajo por la gente. Puesto
que sin Cristo no podemos hacer nada, ¿cómo puede un médico o
misionero médico desempeñarse con éxito en su importante trabajo
sin buscar vehementemente al Señor en oración? La oración y el
estudio de la Palabra de Dios comunican vida y salud al alma.
El Señor espera manifestar su gracia y poder mediante su pueblo.
Pero necesita que quienes se dedican a su servicio mantengan sus
mentes siempre en sintonía con él. Debieran dedicar tiempo diaria-
mente para leer la Palabra de Dios y orar. Cada hombre y soldado
bajo el mando del Dios de Israel necesita tiempo para consultar con
él y buscar su bendición. Si el obrero se permite dejar sin satisfa-
cer esta necesidad, perderá su poder espiritual. Debemos caminar
y trabajar con Dios en forma individual; entonces se revelará en
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nuestras vidas la influencia sagrada del Evangelio de Cristo en toda
su hermosura.
Ha de llevarse a cabo una obra de reforma en cada una de nues-
tras instituciones. Los médicos, los obreros, las enfermeras, debieran
comprender que están siendo probados, están afrontando un juicio
que abarca su vida presente y la que se compara con la de Dios.