Página 244 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
la sal, hay propiedades preservadoras en vosotros, y la belleza de
vuestro carácter ejercerá una influencia salvadora.
* * * * *
Aunque un hombre se haya hundido hasta las mismas profundi-
dades del pecado, hay posibilidad de salvarlo. Muchos han perdido
el sentido de las realidades eternas, perdido la semejanza de Dios, y
no saben si tienen un alma que salvar. No tienen fe en Dios ni con-
fianza en el hombre. Pero pueden comprender y apreciar los actos
de verdadera simpatía y de ayuda. Su corazón se conmueve cuando
ven a uno que, sin esperar alabanza terrenal ni compensación, llega
a sus miserables hogares para atender a los enfermos, alimentar a los
hambrientos, vestir a los desnudos y guiarlos tiernamente a Aquel
de cuyo amor y compasión el obrero humano es tan sólo el mensaje-
ro. Al ver esto, sus corazones son conmovidos, aflora la gratitud y
comienza a arder la fe en su corazón. Ven que Dios se interesa en
ellos y están dispuestos a escuchar cuando se les explica su Palabra.
En esta obra de restauración se requerirá esfuerzo esmerado. No
se debe enseñar a estas personas doctrinas extrañas que las asusten;
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pero a medida que se les ayuda físicamente, se les debe presentar
la verdad para este tiempo. Hombres, mujeres y jóvenes necesitan
conocer la ley de Dios con sus amplios requerimientos. No son las
penurias, el trabajo o la pobreza lo que degrada a la humanidad; es el
pecado, la desobediencia a la ley de Dios. Los esfuerzos hechos para
rescatar a los perdidos y degradados no tendrán valor a menos que
los requerimientos de la ley de Dios y la necesidad de serle fieles
se grave en la mente y el corazón. Dios no ordenó nada que no sea
necesario para vincular a la humanidad consigo. “La ley de Jehová
es perfecta, que convierte el alma... El precepto de Jehová, puro, que
alumbra los ojos”. “Por la palabra de tus labios” dice el salmista,
“yo me he guardado de las sendas de los violentos”
Salmos 19:7, 8;
17:4 (NVI)
.
Los ángeles están ayudando en esta obra de restaurar a los caídos,
y hacerlos volver a quien dio su vida para redimirlos, y el Espíritu
Santo coopera con el ministerio de los agentes humanos para desper-
tar las facultades morales obrando sobre el corazón, reprendiéndolo
y convenciéndolo de pecado, de justicia y de juicio.