Página 243 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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La necesidad del mundo
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santificación, y redención”. “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en
su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe
en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia,
juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová”.
“En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados
por las riquezas de su gracia”. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”
1 Corintios
1:30
;
Jeremías 9:23, 24
;
Efesios 1:7
;
Filipenses 4:19
. Una súplica
tal, hecha con el espíritu de Cristo, no se considerará impertinente.
Impresionará a muchos de los que pertenecen a las clases altas.
Mediante esfuerzos hechos con sabiduría y amor, más de un
hombre rico será despertado hasta el punto de sentir su responsabili-
dad para Dios. Cuando se les haga entender claramente que el Señor
espera que ellos alivien como sus representantes a la humanidad
doliente, muchos responderán y darán de sus recursos y su simpatía
para beneficio de los pobres. Cuando sus mentes sean así apartadas
de sus propios intereses egoístas, muchos serán inducidos a entre-
garse a Cristo. Con sus talentos de influencia y recursos se unirán,
gozosamente en la obra de beneficencia, con el humilde misionero
que fue agente de Dios para su conversión. Por el uso correcto de su
tesoro terrenal se harán “tesoro en los cielos que nunca falta; donde
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ladrón no llega, ni polilla corrompe”. Se asegurarán el tesoro que la
sabiduría ofrece, “riquezas duraderas, y justicia”.
Proverbios 8:18
.
* * * * *
Al observar nuestra vida, los habitantes del mundo se forman
una opinión de Dios y de la religión de Cristo. Todos los que no
lo conocen necesitan que los principios elevados y nobles de su
carácter se mantengan constantemente delante de ellos en la vida de
quienes le conocen. Satisfacer esta necesidad, llevar la luz del amor
de Cristo a los hogares de los grandes y los humildes, de los ricos y
los pobres, es el elevado deber y precioso privilegio del misionero
médico.
“Vosotros sois la sal de la tierra” (
Mateo 5:13
), dijo Cristo a sus
discípulos; y con estas palabras hablaba a sus obreros de hoy. Si sois