Página 25 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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La obra para este tiempo
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culpabilidad íntima y depravación son manifiestas para el ojo de la
Omnisciencia. Los guardianes celestiales ven la tierra llena de vio-
lencia y crimen. Se obtienen riquezas mediante toda suerte de robos,
no sólo a los hombres sino también a Dios. La gente emplea los
recursos divinos para satisfacer su egoísmo; usa todo lo que puedan
obtener para servir a su codicia. La avaricia y la sensualidad preva-
lecen, y se valoran positivamente los atributos del primer engañador.
Lo han aceptado como dios y están imbuidos de su espíritu.
Pero la nube de la ira justiciera los cubre y encierra los elementos
que destruyeron a Sodoma. En las visiones de las cosas venideras, el
profeta Juan contempló esta escena. Le fue revelada esta adoración
del demonio y le pareció que todo el mundo se encontraba al borde de
la perdición. Pero mientras miraba con profundo interés, contempló
el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Todos tenían sobre
la frente el sello del Dios vivo, y dijo: “Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.
Oí una voz que desde cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de
aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el
Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos
siguen. Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado
semejante al Hijo del hombre, que tenía en la cabeza una corona
de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel,
clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu
hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la
tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su
hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo
que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del
altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz
al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia
los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel
arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las
uvas en el gran lagar de la ira de Dios”.
Apocalipsis 14:12-19
.
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Cuando la tempestad de la ira de Dios estalle sobre el mundo,
constituirá una terrible revelación para muchos descubrir que su
casa ha sido arrasada, porque la habían edificado sobre la arena.
Es necesario que los amonestemos antes que sea demasiado tarde.
Debiéramos sentir ahora la responsabilidad de trabajar con intenso