Página 252 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
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El Salvador no tiene en cuenta jerarquías ni castas, honores
mundanales ni riquezas. El carácter y la consagración son las cosas
que valen para él. Él no se identifica con los fuertes y los favorecidos
por el mundo. El Hijo del Dios viviente se humilla para elevar a los
caídos. Por sus promesas y palabras de ánimo procura ganar para sí
al alma perdida que perece. Los ángeles de Dios observan para ver
cuáles de sus seguidores manifestarán tierna compasión y simpatía.
Observan para ver quiénes entre el pueblo de Dios manifestarán el
amor de Jesús.
Los que comprenden la miseria del pecado y la compasión divina
de Cristo mostrada en su sacrificio infinito por el hombre caído, ten-
drán comunión con él. Su corazón rebosará de ternura; la expresión
de su rostro y el tono de su voz revelarán simpatía; sus esfuerzos se
caracterizarán por ferviente solicitud, amor y energía y con la ayuda
de Dios tendrán poder para ganar almas para Cristo.
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Todos necesitamos sembrar paciencia, compasión y amor; co-
secharemos lo que sembramos. Ahora estamos formando nuestro
carácter para la eternidad. En la tierra nos educamos para el cielo.
Todo lo debemos a la gracia gratuita y soberana. En el pacto, la
gracia ordenó nuestra adopción; en el Salvador, la gracia efectuó
nuestra redención, nuestra regeneración y nuestra adopción para ser
coherederos con Cristo. Comuniquemos esta gracia a otros.
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