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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Dios, a los que se han acostumbrado a esperar ayuda de cualquiera
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que los quiera socorrer. Esta no es la debida clase de obra misionera.
No está en armonía con el plan de Dios.
Dondequiera que se establezca una iglesia, sus miembros deben
hacer una obra fiel por los creyentes menesterosos. Pero no deben
parar ahí. Deben ayudar también a otros, sin tener en cuenta su fe.
Como resultado de un esfuerzo tal, algunos de estos recibirán las
verdades especiales para este tiempo.
Los pobres, los enfermos y los ancianos
“Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus
hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu
Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra
tu hermano pobre: sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en
efecto le prestarás lo que necesite, Guárdate de tener en tu corazón
pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la
remisión; y miras con malos ojos a tu hermano menesteroso para no
darle: Porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por
pecado. Sin falta le darás, y no serás de corazón mezquino cuando le
des: porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos,
y en todo lo que emprendas mano. Porque no faltarán menesterosos
de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás
tu mano a tu hermano, al pobre, y al menesteroso en tu tierra”.
Deuteronomio 15:7-11
.
Por ciertas circunstancias, algunos de los que aman y obedecen
a Dios, se empobrecen. Los hay que no son cuidadosos ni saben
administrar sus cosas. Otros son pobres por causa de enfermedad y
desgracia. Cualquiera que sea la causa, sufren necesidad y auxiliarlos
es una parte importante de la obra misionera.
Todas nuestras iglesias debieran cuidar de sus propios pobres.
Debemos expresar nuestro amor a Dios haciendo bien a los meneste-
rosos y dolientes de la familia de la fe, cuyas necesidades conocemos
y debemos atender. Cada persona tiene la obligación especial ante
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Dios de compadecerse de los pobres dignos. No se los debe pasar
por alto con ningún pretexto.
Pablo escribió a la iglesia de Corinto: “Asimismo, hermanos, os
hacemos saber la gracia de Dios que ha sido dada a las iglesias de