Página 272 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
lugares, la obra médica misionera ha usado talentos y recursos que
pertenecen a otros ramos de la obra, y se ha descuidado el trabajo que
debía hacerse entre los que son manifiestamente más espirituales.
Debido a las siempre crecientes oportunidades para atender toda
clase de necesidades temporales, existe el peligro de que la obra
médica eclipse el mensaje que Dios nos ha dado para que lo pro-
clamemos en toda ciudad, a saber, que Cristo vendrá pronto, y que
es necesario obedecer los mandamientos de Dios y al testimonio de
Jesús. Este mensaje es el que debe preocuparnos en nuestra obra.
Debe ser proclamado con fuerte clamor a todo el mundo. Tanto en
nuestra patria como en los campos extranjeros, debe acompañarlo la
presentación de los principios del sano vivir, pero sin independizarse
de él ni reemplazarlo. Esta fase de la obra, sin embargo, no debe
absorber tanto nuestra atención que disminuya la importancia de
los demás departamentos. El Señor nos ha ordenado que conside-
remos la obra en todos sus aspectos, para que tenga un desarrollo
proporcionado, simétrico y bien equilibrado.
La verdad para este tiempo abarca todo el Evangelio; por eso,
debidamente presentada, realizará cambios en la persona que pon-
drán en evidencia el poder de la gracia de Dios sobre el corazón.
Hará un trabajo completo en el ser humano, y lo desarrollará inte-
gralmente. Por lo tanto, no se trace ninguna línea de demarcación
entre la verdadera obra médica misionera y el ministerio evangélico.
Fusiónense ambos al dar esta invitación: “Venid... todo está prepa-
rado”. Manteneos vinculados por una unión inseparable, como el
brazo está unido al cuerpo.
[294]
Los obreros médicos misioneros
El Señor necesita toda clase de obreros hábiles. “Él mismo cons-
tituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para edificación del cuerpo de Cristo, hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud
de Cristo”.
Efesios 4:11-13
.
Todo hijo de Dios debe tener un criterio santificado para con-
siderar la causa en su conjunto y la relación de cada parte con las