Página 271 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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La obra médica misionera y el mensaje del tercer ángel
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produciría. En vez de actuar como mano auxiliadora de Dios para
hacer progresar su verdad, minaría la vida y la fuerza de la igle-
sia, y debilitaría el mensaje. Dirigida independientemente, no sólo
absorbería talentos y recursos que se necesitarían en otros ramos,
sino que en la misma obra de ayudar a los dolientes aisladamente
del ministerio de la Palabra pondría a los hombres en posición de
burlarse de la verdad bíblica.
El ministerio evangélico es necesario para dar permanencia y
estabilidad a la obra médica misionera; y el ministerio necesita la
obra médica misionera para mostrar la parte práctica del Evangelio.
Ninguna parte de la obra es completa sin la otra.
El mensaje de la pronta venida del Salvador debe ser proclamado
en todo el mundo, y debiera caracterizarlo una solemne dignidad en
todos sus ramos. Debe cultivarse una viña muy extensa, y el labrador
hábil la trabajará de tal manera que cada parte produzca fruto. Si en
la obra médica misionera se mantienen puros los principios de la
verdad, sin que los contamine nada que pudiera empañar su brillo, el
Señor la dirigirá. Si los que llevan las cargas pesadas se mantienen
firmes y leales a los principios de la verdad, el Señor los sostendrá.
La unión que debe existir entre la obra médica misionera y el
ministerio evangélico se presenta claramente en el capítulo 58 de
Isaías. Hay sabiduría y bendición para los que quieran dedicarse
a la obra allí representada. Este capítulo es explícito, y tiene lo
suficiente para iluminar a cualquiera que desee hacer la voluntad
de Dios. Ofrece amplia oportunidad de ministrar a la humanidad
doliente y de ser al mismo tiempo instrumentos en la mano de Dios
para comunicar la luz de la verdad a un mundo que perece. Si la
obra del mensaje del tercer ángel se lleva a cabo debidamente, no se
asignará al ministerio un lugar inferior, ni se descuidará a los pobres
y enfermos. En su Palabra, Dios ha unido estas dos secciones de la
obra, y nadie debe separarlas.
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Existe el peligro de perder de vista los importantes principios
de la verdad al efectuar la obra que debemos hacer para favorecer
a los pobres; pero debemos recordar siempre que al ejecutarla hay
que incluir las necesidades espirituales de la persona necesistada. En
nuestros esfuerzos por aliviar las necesiddes temporales, corremos
el peligro de separar del último mensaje evangélico sus cualidades
más importantes. En la forma como se ha llevado a cabo en algunos