Página 296 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Las cualidades del colportor
Puesto que el colportaje con nuestras publicaciones es una obra
misionera, debe ser enfocado desde un punto de vista misionero. Los
que son elegidos como colportores deben ser hombres y mujeres
que sientan la preocupación de servir, cuyo blanco no sea obtener
ganancias, sino llevar la luz a la gente. Todo nuestro servicio debe
prestarse para gloria de Dios, para dar la luz de la verdad a los que
están en tinieblas. Los principios egoístas, el amor a las ganancias, el
prestigio a la posición, no deben mencionarse siquiera entre nosotros.
Los colportores necesitan estar diariamente convertidos a Dios, a
fin de que sus obras y hechos sean sabor de vida para vida, y puedan
ejercer una influencia salvadora. La razón por la cual muchos han
fracasado en la obra del colportaje es porque no eran verdaderos
cristianos; no conocían el espíritu de la conversión. Tenían la teoría
de cómo debía ser hecha la obra, pero no sentían que dependían de
Dios.
Colportores, recordad que en los libros que vendéis no estáis
presentando la copa que contiene el vino de Babilonia, las doctrinas
erróneas ofrecidas a los reyes de la tierra, sino la copa que contiene
las preciosas verdades de la redención. ¿Beberéis vosotros mismos
de ella? Vuestras mentes deben estar sujetas a la voluntad de Cristo,
y él pondrá en ellas su propio sello. Contemplándolo, podéis ser
transformados de gloria en gloria, de carácter en carácter. Dios quiere
que vayáis al frente, hablando las palabras que os dé. Él quiere que
demostréis que ponéis en alto a la humanidad, que ha sido comprada
por la preciosa sangre del Salvador. Cuando os dejéis caer sobre
la roca y seáis quebrantados, experimentaréis el poder de Cristo, y
otros reconocerán el poder de la verdad en vuestro corazón.
A los que están asistiendo a la escuela para aprender a hacer
la obra de Dios más perfectamente, les digo: Recordad que es úni-
camente por una consagración diaria a Dios como llegaréis a ser
ganadores de almas. Ha habido quienes no podían ir a la escuela
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porque eran demasiado pobres para sufragar sus gastos, pero cuando
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