Página 303 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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El colportor es un obrero evangélico
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puede tener estudios bíblicos con ellas. Estos estudios bíblicos son
precisamente lo que la gente necesita. Dios usará en su servicio a
quienes así manifiesten profundo interés en las almas que perecen.
Por su intermedio impartirá luz a los que están dispuestos a recibir
instrucción.
Algunos de los que trabajan en el colportaje tienen un celo que
no está de acuerdo con el conocimiento. Debido a su falta de sabidu-
ría, han estado más inclinados a actuar como ministros y teólogos,
ha sido casi necesario imponer restricciones a nuestros colportores.
Cuando la voz del Señor pregunta: “¿A quién enviaré, y quién por
nosotros?” el Espíritu divino induce a los corazones a responder:
“Heme aquí, envíame a mí”.
Isaías 6:8
. Pero recordemos que pri-
mero debe tocar nuestros labios el carbón vivo del altar. Entonces,
las palabras que hablemos serán sabias y santas, y ejerceremos pru-
dencia para saber lo que debe decirse y lo que debe callarse. No
trataremos de revelarnos como teólogos. Tendremos cuidado de no
despertar un espíritu combativo ni excitar los prejuicios al introducir
puntos de doctrina controversiales. Hallaremos bastante que decir
que no excite oposición, pero que abra en el corazón un deseo de
conocimiento más profundo de la Palabra de Dios.
El Señor desea que ganéis almas; por lo tanto, aunque no debéis
imponer a la gente el estudio de las doctrinas, debéis estar “siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en
vosotros”.
1 Pedro 3:15
. ¿Qué habéis de temer? Temed que vuestras
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palabras tengan un sabor de autosuficiencia, de hablar en forma
imprudente, y de que vuestras palabras y maneras no sean a la
semejanza de Cristo. Relacionaos firmemente con Cristo, y presentad
la verdad que hay en él. Los corazones no pueden menos que ser
conmovidos por la historia de la expiación. Si aprendéis a ser mansos
y humildes como Cristo, sabréis qué decir a la gente; porque el
Espíritu Santo os enseñará las palabras que habréis de hablar. Los
que comprenden la necesidad que hay de mantener el corazón bajo
el dominio del Espíritu Santo, estarán capacitados para sembrar
semillas que brotarán para vida eterna. Tal es la obra del colportor
evangélico.
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