Página 336 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
sábado, debernos ser más cuidadosos en cuanto a viajar en barcos o
coches en ese día. En este asunto, debemos dar el debido ejemplo a
nuestros niños y jóvenes. A fin de alcanzar las iglesias que necesitan
nuestra ayuda y darles el mensaje que Dios desea que oigan, puede
ser necesario viajar en sábado; pero hasta donde podamos, debemos
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conseguir nuestros pasajes y hacer todos los arreglos necesarios en
algún otro día. Cuando emprendemos un viaje, debemos hacer todo
esfuerzo para evitar que nuestra llegada a destino sea en sábado.
Cuando estarnos obligados a viajar en sábado, debemos tratar de
evitar la compañía de aquellos que desviarían nuestra atención a los
asuntos mundanales. Debemos mantenerla fija en Dios y en comu-
nión con él: Cuando quiera que se presente la oportunidad, debernos
hablar a otros acerca de la verdad. Debemos estar siempre listos para
aliviar los sufrimientos y ayudar a los que están en necesidad. En
tales casos, Dios desea que el conocimiento y la sabiduría que nos
ha dado sean aprovechados. Pero no debemos hablar de negocios ni
dedicarnos a conversaciones comunes y mundanas. En todo tiempo
y lugar, Dios requiere que le demostremos nuestra lealtad honrando
el sábado.
Las reuniones del sábado
Cristo dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy en medio de ellos”.
Mateo 18:20
. Dondequiera
que haya siquiera dos o tres creyentes, reúnanse en sábado para pedir
al Señor el cumplimiento de su promesa.
Los pequeños grupos reunidos para adorar a Dios en su santo
día, tienen derecho a pedir la rica bendición de Jehová. Deben creer
que el Señor Jesús es un huésped honrado en sus asambleas. Ca-
da verdadero adorador que santifica el sábado debe aferrarse a la
promesa:
“Para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”.
Éxodo
31:13
.
La predicación de nuestras reuniones del sábado, en sentido ge-
neral, debe ser corta. Debe darse a los que aman a Dios oportunidad
de expresar su gratitud y adoración.
Cuando no hay predicador en la iglesia, alguno debe ser nom-
brado director de la reunión. Pero no es necesario que predique un