Página 337 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

Basic HTML Version

La observancia del sábado
333
sermón u ocupe gran parte del tiempo de culto. Un estudio corto e
[362]
interesante de la Biblia será con frecuencia de mayor beneficio que
un sermón. Puede ir seguido de una reunión de oración y testimonio.
Los que ocupan algún puesto como dirigentes de la iglesia no
deben agotar sus fuerzas físicas y mentales durante la semana al
punto de no poder hacer sentir la influencia vivificadora del Evan-
gelio de Cristo en la reunión del sábado. Reducid vuestros trabajos
temporales diarios, pero no robéis a Dios dándole en sábado un
servicio que no puede aceptar. No debéis carecer de vida espiritual.
Los hermanos necesitan vuestra ayuda en sábado. Dadles alimento
de la Palabra. Traed vuestros dones más selectos a Dios en su santo
día. Dedicadle la preciosa vida del alma en un servicio consagrado.
Nadie venga al lugar de culto para dormir. Esto no debiera verse
en la casa de Dios. No os dormís cuando estáis empeñados en
vuestros quehaceres temporales, porque tenéis interés en vuestro
trabajo. ¿Permitiremos que el servicio que entraña intereses eternos
sea puesto en un nivel inferior al de los asuntos temporales de la
vida?
Cuando lo hacemos, perdemos la bendición que el Señor quiere
que tengamos. El sábado no ha de ser un día de ociosidad inútil.
Tanto en el hogar como en la iglesia, debe manifestarse un espíritu
de servicio. El que nos dio seis días para nuestro trabajo temporal,
bendijo y santificó el séptimo día y lo puso aparte para sí. En ese día
bendecirá de una manera especial a todos los que se consagren a su
servicio.
Todo el cielo observa el sábado, pero no de una manera desatenta
y ociosa. En ese día, cada energía del alma debe despertarse; porque
¿no hemos de encontrarnos con Dios y con Cristo nuestro Salvador?
Podemos contemplarle por la fe. Él anhela refrescar y bendecir toda
alma.
Cada uno debe sentir que tiene una parte que desempeñar para
hacer interesantes las reuniones del sábado. No hemos de reunirnos
simplemente por formalismo, sino para un intercambio de ideas,
para relatar nuestra experiencia diaria, para expresar agradecimiento
[363]
y nuestro sincero deseo de ser iluminados divinamente; para que
conozcamos a Dios y a Jesucristo al cual él envió. El platicar juntos
acerca de Cristo fortalecerá el alma para las pruebas y conflictos de
la vida. Sin embargo, nunca pensemos que podemos ser cristianos