Página 406 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Que las iglesias despierten
Pronto se realizarán cambios importantes y rápidos, y el pueblo
de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría
celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época y hasta
donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores
del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cris-
to velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los
movimientos del enemigo.
¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las
cosas pendientes. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el
Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos
de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay
ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros
mientras trabajáis por la salvación de las almas.
Me dirijo a los miembros de las iglesias de toda Asociación:
Destacaos como separados y distintos del mundo, como personas
que están en el mundo, pero que no son de él, y reflejad los brillantes
rayos del Sol de justicia, siendo puros, santos y sin contaminación,
haciendo brillar con fe la luz en todos los caminos y verredas de la
tierra.
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Despiérten las iglesias antes que sea eternamente demasiado
tarde. Asuma cada miembro su obra individual y vindique el nombre
del Señor que lleva sobre sí. Que la fe sana, y la ferviente piedad
reemplacen la pereza y la incredulidad. Cuando la fe eche mano de
Cristo, la verdad deleitará el alma y los servicios religiosos no serán
áridos ni carentes de interés. Vuestras reuniones de testimonios,
ahora tibias y sin aliento, serán vivificadas por el Espíritu Santo;
y diariamente tendréis una rica experiencia mientras practiquéis
el cristianismo que profesáis. Se convertirán los pecadores, serán
conmovidos por la Palabra de verdad y dirán como dijeron algunos
que escucharon las enseñanzas de Cristo: “Hemos visto y oído
maravillas hoy”.
En vista de lo que podría haberse hecho si la iglesia hubiera
cumplido con las responsabilidades que Dios le diera, ¿seguirán
durmiendo sus miembros o se despertarán y reconocerán el honor a
ellos concedido por la misericordiosa providencia de Dios? ¿Asumi-
rán su cometido hereditario y, valiéndose de la luz presente, sentirán