Las actividades misioneras
401
y quebrantado descienda al sepulcro; en vez de eso, si la carga
hubiera sido compartida como el Señor quería, habría continuado
viviendo. A fin de que la carga sea distribuida, deben educar a la
iglesia los que pueden enseñar a otros a seguir a Cristo y trabajar
como él trabajó.
Los jóvenes tienen que ser misioneros
No se pase por alto a los jóvenes; déjeselos participar en el tra-
bajo y la responsabilidad. Hágaseles sentir que tienen que contribuir
a beneficiar a otros. Aun a los niños debe enseñárseles a hacer pe-
queñas diligencias de amor y misericordia para los que son menos
afortunados que ellos.
Ideen los dirigentes de la iglesia planes que induzcan a la juven-
tud a aprender a emplear los talentos a ella confiados. Hagan los
miembros de más edad en la iglesia una obra ferviente y compasiva
por los niños y jóvenes. Apliquen los ministros toda su inteligencia
para idear planes por los cuales los miembros más jóvenes de la igle-
sia puedan ser inducidos a cooperar con ellos en la obra misionera.
Pero no se imaginen que pueden despertar su interés predicándoles
un largo sermón en la reunión misionera. Deben idear planes para
despertar vivo interés. Todos deben desempeñar una parte. Enséñese
[435]
a los jóvenes a hacer lo que se les indique, traigan de semana en
semana sus informes a la reunión misionera y cuenten lo que hayan
experimentado y el éxito obtenido por la gracia de Cristo. Si tales
informes fueran traídos por personas que trabajan con dedicación,
las reuniones misioneras no serían áridas ni tediosas. Rebosarían de
interés y no faltarían asistentes.
En toda iglesia, los miembros deben ser adiestrados de tal manera
que dediquen tiempo a ganar almas para Cristo. Cómo puede decirse
de la iglesia: Vosotros sois la luz del mundo”, a menos que sus
miembros estén impartiendo realmente luz?
Despierten y comprendan su deber los que están encargados del
rebaño de Cristo, y pongan a muchas almas a trabajar.