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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Nuestras iglesias no debieran sentirse celosas y descuidadas
porque no reciben ayuda ministerial. Más bien debieran preocupar-
se ellas mismas de llevar la carga y trabajar resueltamente por la
salvación de la gente.
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Todos los talentos que existen en nuestras iglesias debieran
dedicarse a la obra de hacer el bien. Los lugares ásperos y agrestes
de la naturaleza, Dios los ha hecho atractivos mediante el recurso
de colocar cosas hermosas entre las más feas. Esta es la obra que se
nos ha pedido que hagamos.
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Necesitamos en nuestras iglesias personas jóvenes que trabajen
guiados por los principios del esfuerzo cristiano, pero el comienzo
debe efectuarse en el hogar. La fiel realización de los deberes hoga-
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reños ejerce una acción refleja sobre el carácter. En la casa paterna
ellos deben dar evidencia de aptitud para trabajar en la iglesia.
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El Señor no nos juzga según el refinamiento de nuestros diver-
sos círculos de acción, sino por el grado de fidelidad con que nos
desempeñamos en ellos.
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Si tan solo realizáramos la tercera parte de lo que podríamos
hacer con los talentos recibidos, las otras dos terceras partes que no
hacemos obran contra Cristo.
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La obra más importante que puede efectuarse en nuestro mundo
es glorificar a Dios, viviendo de acuerdo con el carácter de Cristo.
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